>
\"Me enorgullece que digan que soy un escritor denso\"
Alan Pauls es un escritor de la disección. Y por eso es un escritor del dolor. Del dolor físico y del dolor de las ideas (esas metáforas de otros dolores). Esta postura es una de las características sobresalientes que presenta "El Pasado" (2003), novela clave dentro del mapa de la literatura argentina contemporánea que narra los sucesivos ascensos y caídas de una pareja al borde de la patología. Ese texto le valió el premio Herralde de novela, uno de los más prestigiosos de la literatura iberoamericana. Una profundización de esa devoción por el detalle, por la radiografía en tiempo real de los personajes y el buceo en el abismo y la oscuridad que esa tarea puede suponer, es lo que propone "Historia del llanto", primera parte de su trilogía sobre los años 70, recientemente editada por Anagrama.

Decir que el libro cuenta la historia de un niño que crece y se educa políticamente en esa década determinante para Argentina es reducirlo al argumento que en este caso su autor eligió para escribir, en un sentido más amplio, sobre las formas en que fluctúa el tiempo en el arte (lo que sucede dentro de él y no se ve pero está) y la distancia: qué es el compromiso y qué es estar comprometido, en la política o en el amor.

En esta entrevista Pauls dice que hay una palabra que lo enorgullece ver vinculada a su obra: densidad. Y quizá sea la que mejor define su búsqueda y los resultados que arroja, porque en sus textos lo denso es sinónimo de vida.

-¿Qué es lo que en realidad cuenta "Historia del llanto", cuál es su tema?

-La educación sentimental de un chico que en los años 70, ya adolescente, se convierte en un groupy de la lucha armada. La biografía de un lector fanático que se pregunta: "¿Me mancho los ojos de sangre cuando leo algo sangriento que ocurrió?". El dolor como fuerza primordial de la pedagogía progresista. Una reivindicación de la distancia. Podría seguir. Prefiero decir que el libro no tiene tema, que más bien hilvana núcleos temáticos múltiples con un criterio musical.

-Desde la primera página queda claro que es un libro que no busca simplificarle las cosas al lector. ¿Qué considerás que le impone a alguien un texto tuyo al momento de abordarlo?

-Curiosidad, libertad, disposición a irse por las ramas, ganas de avanzar, volver atrás, avanzar, desviarse, volver atrás y avanzar cuantas veces sea necesario, entusiasmo para pensar todo de nuevo, capacidad para dejarse desconcertar.

-Hay una pregunta que se hace el héroe del libro y que parece exceder los límites de tu novela: "¿Qué lo separa a él del mundo que entiende tan bien?".

-Es el problema que obsesiona al libro y al personaje del libro: cuán cerca o cuán lejos de las cosas y los seres hay que estar para ser capaces de hacer algo con ellos.

-Durante la lectura se tiene la certeza de que hay un protagonista sobresaliente. Pero se respira la importancia que tiene en el desarrollo del personaje lo que no se enfoca en un primer plano. ¿Es algo buscado o simplemente se trata de la densidad del personaje?

-Sí, el personaje es una especie de punto de condensación. No son sólo espacios, lugares o geografías los que precipitan en él; son también épocas, sensibilidades históricas, formas de vida. Dicho esto, me gusta la palabra densidad, me enorgullece que digan que soy un escritor "denso". Detesto las literaturas transparentes, que se presentan como ventanas al mundo.

-Se ha dicho de "Historia..." que viene a aportar el tema político o expresamente político que, en principio, no estaría tan presente en "El Pasado". ¿Es así? ¿Qué análisis hacés de esas apreciaciones?

-"El pasado" reconstruía a su manera una superstición endémica de la época de la dictadura militar: la ilusión de que la intimidad (en este caso amorosa) podía ocupar el lugar del mundo, de un mundo que el terror ha vuelto inhabitable. Es cierto que lo político no estaba dicho en la novela, pero la novela estaba trabajada por lo político todo el tiempo. En "Historia del llanto" se articula de un modo más deliberado ese trabajo subterráneo que operaba en "El pasado". Está el gesto más explícito de tomar el toro por las astas y asomarse a una época y una sensibilidad política extremadamente traumáticas, pero siempre desde la perspectiva de un imaginario que nunca deja de recrear, deformar, alterar y poner en escena a veces hasta el delirio todo aquello que reconstruye.

-¿Creés que cierta necesidad de que los escritores se metan con la política es una confusión de la crítica, de la crítica que divide entre literatura a secas y literatura puesta al servicio de una causa, cualquiera sea ésta?

-La crítica suele tener con la relación literatura/política una actitud escolar: sólo la reconoce y la lee (bastante torpemente, por otro lado) cuando hay marcas flagrantes que la explicitan. Si no ve esos neones publicitarios se limita a declarar que la política está ausente y pasa a otra cosa.

-¿Qué es el compromiso en la literatura?

- La creencia en el poder que tiene la literatura de inventar formas de vida.

-La cronología de "Historia del llanto" está vinculada a la fusión repentina de temporalidades y a la violencia e incomodidad que esa operación propone, y no tanto a un "avance" lineal en el tiempo. ¿Cómo fue esa construcción?

-La novela se presenta como un "testimonio" pero pervierte de entrada la cronología lineal que suele regir el género. Si la verdad testimonial clásica se apoya en un antes y un después, en una secuencia ordenada de eventos, la verdad del testimonio de "Historia del llanto" se descompone en una serie de vaivenes, de marchas y contramarchas, de anacronismos. El héroe empieza una frase con cuatro años de edad y la termina con veinticinco, y en el medio -las frases de la novela suelen ser largas- tiene catorce, ocho y veinte. A los cuatro profetiza lo que vivirá a los catorce y a los veinte recuerda y malversa lo que vivió a los cuatro. El pasado lee el futuro, el futuro tergiversa el pasado

y la novela está escrita en un presente continuo, insomne, una suerte de plataforma desde la cual se disparan toda clase de desvíos temporales. Me resulta difícil imaginar un testimonio más verdadero que ése, aun cuando (o más bien porque) la verdad histórica (el dato, la coordenada, el hecho objetivo) caiga sacrificada en el camino.

-¿Entretener es una premisa al momento se sentarte a escribir? Y en este sentido, ¿pensás más en vos o en el lector al momento de escribir?

-Entretener me entretienen los monos, los malabaristas de los semáforos, el chorro que me distrae en el ómnibus mientras su socio me roba la billetera. Entretener es desviar la atención mientras "lo importante" pasa en "otro lado". No es mi idea de efecto literario, la verdad. Si la pregunta es qué es lo que me mantiene atado a una novela, un libro de ensayos o de poesía, una película, una obra de arte, la respuesta es el misterio. Si no hay misterio -esto es: la puesta en forma de lo desconocido- no hay nada.

-¿Cómo es tu trabajo con la escritura?

-Trabajo todos los días, lo que no quiere decir necesariamente que escriba todos los días. Trabajar es orbitar alrededor de algo. Implica leer, tomar notas, intentar cosas sin éxito, escuchar música, perder el tiempo, salir a caminar, volver, leer, pero sin apartarse nunca de ese núcleo que me tiene atrapado. No hay nada que me haga más feliz que esa cárcel.

-¿Cómo se complementa tu obra crítica con la literaria?

-Considero a los críticos escritores. Roland Barthes era un extraordinario escritor, de los más grandes. Escribo con ideas y conceptos tanto como con personajes y situaciones, y cuando escribo crítica o ensayos pienso tanto en el suspenso y en la dinámica del relato como en la argumentación. Es imposible escribir sin pensar qué significa escribir, cómo se escribe, con qué, para qué, lo que significa que hasta el "contador de historias" más pedestre, más antiintelectual, más salvaje, tiene una teoría sobre su propia práctica. Que esa teoría sea más o menos idiota es otro problema.

-¿Cómo definirías el estado actual de la literatura argentina? ¿Qué escritores argentinos leés?

-Curioso, bastante plural, activo, aunque un poco demasiado mediodependiente para mi gusto. Me gustan mucho Sergio Chejfec y Juan José Becerra. "Derrumbe" de Daniel Guebel me parece un texto extraordinario.

-¿Sentís que los nuevos narradores argentinos, los jóvenes escritores que ahora tienen entre 25/35 años, se dieron cuenta de que el blog es una forma de dar un golpe de mercado? ¿Considerás al blog una estrategia?

-El blog es un medio (como un diario o una radio). No creo que sea un golpe de mercado (el blog no tiene por el momento incidencia en el mercado "real"; es más bien una especie de seudomercado paralelo) sino un campo donde los escritores pueden experimentar los efectos que a sus libros o sus intervenciones les llevaría mucho tiempo y esfuerzo experimentar en campos más tradicionales. El blog aporta dos cosas básicas: inmediatez y respuesta directa. (Ah, y una promiscuidad sin mayores riesgos.) En otras palabras: un vivo y una repercusión. El blog empuja la práctica literaria (práctica de la demora, lo diferido, la mediatez) a la esfera de las artes performáticas. De ahí que los bloggers sean a menudo más comediantes que escritores y que sus "discusiones" se parezcan bastante a las que suelen alborotar el estudio de "Intrusos".

-¿Qué te parecen los blogs como herramienta para forjar un espacio dentro de la literatura para sus autores?

-Bien, pero tiendo a pensar que los efectos de la práctica blogger se verificarán más en la blogesfera que en la esfera de la literatura.

-¿Qué es lo próximo que vas a escribir o estás escribiendo?

-Escribo "Historia del pelo", la segunda de las tres nouvelles ("Historia del llanto" fue la primera) que planeo sobre los años 70.

FERNANDO CASTRO

fcastro@rionegro.com.ar



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí