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La Patagonia el 1º de enero
Un recuerdo del primer día del año en el sur y del comienzo de las obras del canal de riego.

Cuando parecía agotada la documentación y lecturas sobre hechos, lugares y personajes ubicados en el primer día del año en la Patagonia que en años anteriores relatamos en “Río Negro”, diaria lectura y consulta –casi todas por otros temas–, nos brinda una nueva oportunidad para el recuerdo de aconteceres que casi no registra la historia escrita del sur argentino pero que, indudablemente, sí fue elaborada para incorporarla como futuros antecedentes y por ello debemos estar agradecidos a sus autores. Porque la historia “chica” patagónica tiene su valor para la grande, lo dice alguien que no es historiador pero al que gusta escribir sobre historia patagónica, la “verdad verdadera”.
  La magia del primer día del año andaba con gusto a tierra y agua a los pocos años de que el Fuerte Roca se plantara en el Alto Valle rionegrino, como hito fundacional de una comarca privilegiada que en poco más de ciento veinte años ha ratificado un sostenido progreso en cuanto a asentamientos humanos y producción agrofrutícola e industrial de los últimos decenios. Anticipándose al estudio del ingeniero César Cipolletti en 1899, dos militares, Godoy y Fernández Oro, aun pensando en provecho propio, se animaron a cambiar el acero de las espadas por el del arado y el decreto de octubre de 1876 fue instrumento para facilitar la colonización. Pero el riego era esencial, mejor dicho alma de los planes que bullían en pocas mentes, aunque tuvieran que desaparecer matasebos y piquillines y espantar guanacos y avestruces. Mojar la tierra para fecundar semillas o recibir los primeros sarmientos –notable herencia actual– era el solitario trajín de los pocos que habían decidido la radicación, mezclados con milicos, gauchos y aborígenes.
Anteriormente, los galeses del “país de Gales” instalados a orillas del río Chubut habían creído en el milagro de la tierra y del agua, y ese milagro en el Valle rionegrino –luego en el neuquino– comenzaba a mostrarse con hombres y mujeres de otra procedencia. Esa tierra sería definida años después por un especialista en riego: “Esta capa superior cultivable, compuesta de arena fina, arcilla y detritus vegetales, forma un rico terreno propio para el cultivo, especialmente fértil una vez sometido a riego artificial” (Soldano, F. A. “La irrigación”, 1923). El propósito existía: derivar agua del río Neuquén hasta la colonia Roca, proyecto que concretaría el técnico sanjuanino –no agrimensor ni ingeniero, según parece– Hilarión Furque. Picos y palas –manuales y de arrastre–, colonos decididos más la ayuda de milicos y aborígenes “mansos” y la precaria toma de agua en el legendario Neuquén trazaron la kilométrica excavación que dirigió Furque. Se inauguró el 1º de enero de 1885.
El comerciante hamburgués Luis Vernet había logrado del gobierno nacional la concesión de Puerto Soledad (Malvinas) por veinte años, condicionada a la creación de una colonia, proyecto que comenzó a concretar a partir de los dos años y para tal fin trasladó cerca de cien gauchos, aborígenes y colonos para ocuparlos principalmente en la cría de ganado y, con balleneros europeos, ocuparse de la caza y pesca: ballenas, lobos marinos y otras especies marítimas. Por decreto de junio de 1829 Vernet fue nombrado “gobernador político y militar de las Islas Malvinas”, instalándose con su familia en puerto Soledad. Dada la prohibición de caza y pesca sin autorización gubernamental en aquella región, en 1831 Vernet capturó tres pesqueros norteamericanos hallados en infracción, trasladándose a Buenos Aires para el correspondiente sumario, con la protesta del cónsul norteamericano Saclum. Casi de inmediato se hizo presente en la isla Soledad la nave de guerra del país del Norte “Lexington” y arrasó con todo: incendió el polvorín, inutilizó la artillería del fuerte y, por orden de su comandante Duncan, “saquearon las viviendas, ultrajaron a los colonos e hicieron prisioneros al representante de Vernet y a seis oficiales de la guarnición”.
Juan Manuel de Rosas, como gobernador y por medio del ministro Maza, protestó ante Washington exigiendo reparación y “Norteamérica evadió la demanda argentina, alegando que aún no estaba definida la controversia con Inglaterra sobre la propiedad de las islas, dando así por concluida la discusión”, según lo escribiera un historiador. Luego de Vernet, en 1932 fue nombrado comandante interino de Malvinas el mayor Juan Esteban Mestivier, quuien transportó en la goleta “Sarandí” a cincuenta familias y algunos presos para, también, levantar una colonia penal, pero un motín terminó con la vida de Mestivier, ocupando su lugar el capitán José María Pinedo. Gran Bretaña seguía codiciando esas islas, a las que otorgaba valor estratégico de importancia como base de abastecimiento, reparación de sus naves para viajes a las costas del Pacífico, además de caza y pesca. En forma sorpresiva el día de Año Nuevo de 1833 entró en la isla Soledad la corbeta inglesa “Clío”, cuyo capitán Onslow comunicó a Pinedo que tenía orden de ocupar las islas y daba plazo de veinticuatro horas para abandonarlas. Pero el comandante argentino hizo saber su negativa, aunque no muy lejos estaban amezazantes los cañones de la “Clío” y los armados soldados británicos desembarcados contribuían a avalar aquel acto de piratería. Pinedo nada pudo hacer. La bandera inglesa flameó en lugar de la celeste y blanca y, el 6 de enero, Pinedo se embarcó para Buenos Aires. Lo que siguió –y sigue– es muy conocido.

Bibliografía y fuentes principales: Maida, El. “Inmigrantes”, 2001. Martínez de Gorla, DN. “La colonización”, 1993. Rodríguez, AE. “El Alto Valle”, 1947. Mailhet, LD. “El Alto Valle”, 1944. Molins, WJ. “El Alto Valle”, 1919. Soldano, FA. “La irrigación”, 1923. Pérez Morando, H. “Año Nuevo”, 1997; “Primero de enero”, 1999; “En la Patagonia”, 2002; “La Patagonia y el primer día”, 2002 y “Primer día”, 2006. Moreno, JC. “Nuestras Malvinas”, 1939. Groussac, P. “Las Islas”, 1936. Fitte, E.J. “Las Malvinas”, 1970. Destéfani, LH. y otros. “Historia Marítima”, 1993. Archivo diario “Río Negro”. Biblioteca Patagónica (VECh) y otros.

(*) Periodista. Investigador de historia patagónica.



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