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Inflación y consumo | ||
El estudio de E&R destaca que el crecimiento económico logrado con el modelo pos-convertibilidad se sustenta principalmente en el dinamismo del consumo, que entre el primer trimestre del 2003 y el segundo del 2007 explica en promedio casi el 70% de la expansión del PBI. Sin embargo, se puede apreciar que en 2005/2007 la contribución del consumo al crecimiento del PBI aumentó con respecto a 2003/2004, es decir que la expansión del nivel de la actividad económica obedece cada vez más a la dinámica del consumo y, en menor medida, al aumento de la inversión. Desde el punto de vista de la sustentabilidad del actual modelo económico, no parece conveniente que el crecimiento se apoye cada vez más en el consumo en detrimento de la inversión, ya que este patrón de expansión acrecienta las presiones inflacionarias. Por su parte, la inflación aprecia el tipo de cambio real, lo que deteriora la competitividad de las exportaciones y reduce la protección para los sectores que sustituyen importaciones afectando, en consecuencia, los recursos fiscales. De hecho, la etapa en la cual el crecimiento no dependía tan fuertemente del consumo coincide con los menores niveles de inflación minorista: 3,7% en el 2003 y 6,1% en el 2004. Luego, cuando el consumo comenzó a ganar importancia relativa en la expansión del PBI, la inflación pasó a ser de dos dígitos anuales. En efecto, en el 2005 alcanzó el 12,3% y en el 2006 y el 2007 se mantuvo por debajo del 10% anual, pero recurriendo a acuerdos/controles de precios, retenciones, cupos y prohibiciones a las exportaciones, además de la intervención en el INDEC. El estudio de E&R señala que la importancia del consumo como motor del crecimiento responde al aumento del empleo y del poder adquisitivo del salario, es decir, al crecimiento de la masa salarial, intensificado particularmente durante los últimos años. Durante la gestión Kirchner, la tasa de desempleo se redujo en 9,3 puntos porcentuales, lo que implica que hay 887.000 desocupados menos que al inicio de este gobierno. En el mismo período, los salarios privados registrados acumularon un incremento del 144%; los salarios no registrados, de un 87% y los del sector público, de un 58%. Paralelamente, la inflación minorista oficial acumulada en dicho período ascendió al 39%. Por otra parte, en el 2007 los ajustes salariales no se realizaron teniendo en cuenta la evolución del índice de precios al consumidor que elabora el INDEC sino que se consideraron las expectativas de inflación del mercado, que se ubican en el orden del 20% anual. Una prueba de esto último es que en los catorce sectores más representativos de la economía argentina el incremento salarial promedio ascendió al 20,7% en el año y que en diez de ellos dichos aumentos superaron el 18,5% anual. Si bien algunos sectores, principalmente los ganadores del modelo, todavía estarían en condiciones de absorber nuevos aumentos, la mayoría de las empresas no podría hacerlo y los trasladaría rápida y completamente a los precios. Esto, remarca E&R, constituiría un importante riesgo para la sustentabilidad macroeconómica del actual modelo, ya que se terminaría apreciando el tipo de cambio real y deteriorando el poder adquisitivo de los salarios, es decir, afectando negativamente el consumo, el nivel de actividad y la generación de empleo. (RC) |
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