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Retratos del nacionalsocialismo
El descubrimiento de un nicho fotográfico hasta entonces inédito derivó en una
investigación desarrollada en el Archivo Histórico de la Ciudad de Neuquén
que arroja luz sobre las actividades nazis en el Alto Valle durante la década del ’30.
El trabajo que aquí se reproduce fue presentado en las IX Jornadas de Historia de la
Fotografía Argentina –Rosario, agosto del 2006–, con gran aceptación de expertos.

Las fotografías constituyen para los historiadores una importantísima fuente documental; en este caso, se trata del hallazgo de un nicho fotográfico de dos colecciones particulares que nos permitió visualizar parte de las actividades pro-nazis en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén durante la década de 1930. Éstas nos permiten reconstruir el campo de tensiones, imaginarios existentes y repercusiones en las comunidades alemanas del Valle de Río Negro y Neuquén durante el acceso al poder del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista en Alemania. Para analizar el contexto se apeló a diversas fuentes escritas, entre ellas, el periódico en alemán “Der Bote”, un órgano de prensa apartidario para los germano-parlantes del Alto Valle de Río Negro y Neuquén y del resto de la Patagonia que fue publicado durante un año, desde fines de agosto de 1932 hasta agosto de 1933, y cuyo director era Otto Max Neumann, también editor y responsable ideológico de “El Territorio”, uno de los periódicos pioneros de los territorios nacionales antes mencionados.
Evidentemente el tiempo ha devorado documentos, lo que no nos permite reconstruir completamente esta faceta de la historia de la región. Sin embargo, las fotografías halladas, aproximadamente de 1934-1935, serían objetos indiciales que a cierto nivel corroborarían las denuncias que realizó la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas del Congreso de la Nación Argentina que actuó a principios de los años cuarenta. La conexión nazi fue detectada al efectuar varios allanamientos que permitieron descubrir la red que relacionaba los círculos patrióticos alemanes con organizaciones nazis disueltas. Estas denuncias fueron encabezadas por el diputado Enrique Dickmann (1).
El diario porteño “Noticias Gráficas” publicó el 30 de marzo de 1939 un documento dirigido al jefe del Grupo de la Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) en la Argentina, Alfred Muller, y al Alto Comisionado del Estado Ritter von Epp, a cargo de la Oficina Colonial de la Dirección del Tercer Reich, en el que se detallaba la situación geográfica, económica y social de los territorios de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego en relación con la población y el capital alemán existente.
Este documento afirmaba que “...se ha llegado a la conclusión en el sentido de que hay tierra con una relación de un habitante por cada cinco kilómetros cuadrados a considerarse naturalmente como tierra de nadie, si bien en el caso que nos ocupa, por conceptos jurídicos anticuados, aun figura la República Argentina como poseedora. Pero hasta ahora, ningún gobierno argentino ha llenado las obligaciones correspondientes al derecho de posesión, de colonizar esas tierras y de llevarlas a prestar un servicio social que beneficie a la humanidad. Ni el gobierno actual ni futuros gobiernos de Argentina serán capaces ni tendrán intención de cumplir con estas sus obligaciones, por lo que, desde el punto de vista contemporáneo no tiene ningún derecho de hacer valer en forma” (sic).
Otro diario, “La Prensa”, publicó el 27 de febrero de 1939 una noticia en la cual informaba que en Alemania se había decretado que los alemanes residentes en el extranjero debían anotarse en los consulados locales, comunicando además su situación y todo cambio posterior de domicilio o estado civil, bajo pena de pérdida de la ciudadanía o de la protección del Reich (2). Ya en el informe citado, publicado por el diario “Noticias Gráficas”, se había informado al jefe interino del grupo NSDAP en la Argentina sobre el número y composición racial de la población, determinación numérica de la fuente de población que hablaba alemán o lo entendía o si era descendiente de alemanes, informes de las zonas en las que la población alemana era relativamente densa e investigaciones sobre futuras posibilidades de colonización.
El problema sobre los planes nazis de ocupación de la Patagonia, además de generar las observaciones, críticas y campañas periodísticas en defensa del territorio nacional, también alcanzó la Cámara de Diputados. Allí el legislador socialista Enrique Dickmann encabezó una dura campaña contra los nazis entre 1938 y 1939 y publicó “La infiltración nazifascista en la Argentina” (3). En ese marco, denunció a los nazis o a técnicos de filiación nazi en importantes reparticiones públicas, incluidas las de la zona: “En la Dirección de Meteorología, Geografía e Hidrología del Ministerio de Agricultura, el señor W. Knoche, director de la carta del tiempo, ha dedicado especial atención a sus estudios en la Patagonia y a su aerología, fundamental para la navegación aérea. Lo secundan en sus actividades los nazis Wolken y Maustach. (...) En Plaza Huincul, el doctor Arturo Roll y el Ingeniero Baia. El doctor Roll, activo militante nazista, por sus elevadas funciones en Yacimientos Petrolíferos Fiscales, recorre la Patagonia en auto oficial y aprovecha estas giras para su propaganda ideológica: su correspondencia es abundante y es despachada por vía aérea y lacrada. (...) En Parques Nacionales, en Bariloche, actúa el nazi Kains. En Zapala, Neuquén, el encargado de la usina de Luz y Fuerza es el nazi Carlos Maubach, dirigente también de la Legión Cívica. El presidente municipal de Zapala es nazi, se llama Martín Cirilo Etcheluz. El director de los Boy Scouts de Neuquén es nazi, Otto Max Neumann, que dirige el periódico ‘El Territorio’” (4).
Emilio Corbiére afirma que hubo dos etapas en la conformación y expansión de las organizaciones hitleristas en la Argentina: la primera fue la de los grupos específicamente políticos y luego, al disolverse esas organizaciones a fines de los años treinta, esos núcleos cambiaron su fachada por instituciones culturales, deportivas, asociaciones de inmigrantes o folclóricas. La sección argentina del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán fue conformada por el Frente del Trabajo Alemán, la Unión Alemana de Guerreros Imperiales, la Unión Nacionalista Alemana de Marinos, la Unión Germana-Argentina, la Federación Imperial para Ejercicios Físicos, La Juventud Hitlerista, los Boy Scouts Germano-Argentinos, la Organización de Muchachas Alemanas y la propia GESTAPO local” (5).
Olaf Gaudig y Peter Veit, de la Freie Universität Berlin, en su investigación sobre las relaciones entre el Partido Alemán Nacionalsocialista en la Argentina, Brasil y Chile y las comunidades alemanas durante el período 1933-1939, afirman que la mayor parte de la población alemana inmigrante era políticamente conservadora y nacionalista y que la primera aparición de los grupos nacionalsocialistas fue recibida con indiferencia e impugnación, ya que se temía que la lucha política interior en el Reich se trasladara a las comunidades alemanas en el extranjero.
Los fundadores de los Stützpunkte (puntos de apoyo) y los Ortsgruppen (grupos locales) del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP) habían llegado a Latinoamérica poco después del fin de la Primera Guerra Mundial. Generalmente no tenían ningún prestigio social en las colonias alemanas de los países en cuestión y se encontraban marginados, pues al NSDAP sólo podía pertenecer quien era reichsdeutscher (ciudadano alemán). El partido tenía como objetivo el adoctrinamiento ideológico y la alineación política uniforme de todos los alemanes en el extranjero, en tanto que su propaganda se proponía fortalecer considerablemente la convicción anti-republicana de sus compatriotas y la renovación de los “verdaderos valores alemanes”. Fundamentalmente, la oposición de las comunidades a toda política partidista fue siempre el mayor obstáculo para el NSDAP, que sólo podía salvarlo mediante una propaganda hábil y moderada.
El partido solía encontrar resistencia a sus ataques contra las asociaciones y sus dirigentes, por ejemplo en la Argentina. Los nazis exigían que se mantuviera la “pureza de la sangre alemana” y que se destacara la cultura propia por sobre la latina, mientras que los argentinos de lengua alemana rechazaban estas pretensiones. Por lo demás, la comunidad alemana se hallaba dividida en distintos grupos políticos: nacionalistas, liberales, socialdemócratas y socialistas.
El órgano de los liberales y de la izquierda era el Argentinisches Tageblatt, que desde un principio atacó a los nazis.
Ante el ascenso al poder de los nazis en enero de 1933, los alemanes en Latinoamérica aprobaban el credo nacionalista alemán del nuevo régimen, un ideal que siempre fue el suyo, si bien con un sentido menos radical. Aplaudieron las duras medidas adoptadas contra los comunistas, los socialistas y los sindicatos, aunque no siempre aceptaban los métodos utilizados por el régimen. Sólo en los círculos anti-nazis hubo crítica y resistencia. La opinión de las comunidades alemanas cambió después de las elecciones de marzo de 1933, cuando el NSDAP obtuvo casi la mitad de los votos, mutando del concepto político nacionalista al concepto político partidista del nacionalsocialismo. Más tarde, los grupos nazis en América Latina exigieron asumir el control en las colonias alemanas. La “promesa de adhesión” que demandaban los nazis de todos los alemanes radicados en Latinoamérica se reclamaba ahora junto con la aceptación de la ideología y del programa nazi: no ser nazi significaba ser traidor a la patria.
Toda crítica y oposición era, para ellos, una expresión del pensamiento judío o comunista.
Mientras que en Alemania los nazis podían usar todo el poder del Estado en el proceso de alineación de los ciudadanos con el régimen, los grupos del partido en Latinoamérica tenían que contentarse por lo general sólo con la propaganda. Por ello comenzaron a buscar la colaboración de los diplomáticos alemanes o de personas con cierta autoridad, ahora representantes del Estado nazi, que siempre tuvieron una gran influencia en los asuntos de las comunidades alemanas (6).
Entonces, ¿cuáles fueron las razones para que Enrique Dickmann señalara a Otto Max Neumann como el nazi local? Otto Max Neumann fue director de “El Territorio”, uno de los periódicos pioneros del Alto Valle de las provincias de Río Negro y Neuquén desde 1929, y a partir de 1931 comenzó a publicar el periódico en alemán “Der Bote”, que constituyó el vehículo de expresión por excelencia de la colectividad germana e intentó articular la inserción de los germanos en la vida política, social y económica local.
Es difícil reconstruir la genealogía del nazifascismo en la historia del Alto Valle. Sin embargo, existen indicios como las fotografías mencionadas de 1934-1935, que corroborarían de alguna manera las denuncias de Dickmann. Estas fotografías retratan aproximadamente a un centenar de alemanes reconocidos de la colectividad alemana, entre ellos, Otto Max Neumann, entre mujeres adultas y niños, con exposición de las banderas alemana y argentina y una gran esvástica detrás, símbolo del nazismo imperante en Alemania.
Pero no sólo los documentos fotográficos evidencian a Neumann como un amante del nacionalsocialismo sino también, desde el lugar de la memoria, aquellos que fueron los boy scouts de la compañía Coronel Olascoaga y hoy son ancianos: “Cuando Neumann dirigía los boy scouts y yo iba a la Escuela Nº 61, el saludo a la bandera se hacía con la mano levantada, el saludo nazi. Todos sabían que Neumann era nazi” (7).

 



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