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LOS ACORAZADOS DEL JARDÍN
Protegidos por un gruesO caparazÓn y DE rÁpidos movimientoS, son cascarudos a los que conocemos como “juanitas” o “catingas”.

entro de la lista de notables, hoy les quiero presentar a una cierta clase de insectos, los carábidos, a los que conocemos generalmente como “cascarudos”. También hay otros a los que llamamos así, pero son de dos patas y por lo general reciben este simpático apodo por su carácter putrefacto... pero esto ya es harina de otro costal.
Ante todo, quiero destacar que no todos los “cascarudos” son nuestros aliados en el jardín, porque los hay también de hábitos fitófagos... no se asuste... quiere decir que se alimentan exclusivamente de plantas. En general, los carábidos son considerados insectos útiles y los que nos interesan son aquellos a los que solemos llamar “juanitas” (no sé por qué) y también, especialmente en el norte de nuestro país, “catingas”, que es sinónimo de maloliente o hediondo, porque cuando se los molesta despiden un olor que suele alejar a sus enemigos naturales, a no ser que sufran de sinusitis.
Claro, usted me preguntará cómo hacer para diferenciar los “buenos” de los “malos” y mi respuesta es legal... “todo el mundo es inocente, salvo que se demuestre lo contrario”. Por eso, ante la duda, sofrene el impulso de sacudirle un alpargatazo (¡qué antiguo!) o chancletazo.
Bien, trataré entonces de darle un pantallazo de lo que son estas “juanitas” o “catingas” y lo que puede esperar de ellas en su jardín. Y me olvidaba un pequeño detalle... algunos son de colores espectaculares, que brillan como el arco iris a la luz del sol (foto 2, Calosoma sycophanta).

FILIACIÓN

Las “juanitas” tienen un rancio abolengo, pues pertenecen al orden Coleoptera, familia Carabidae. Ya por eso nomás, deberíamos tenerles mayor respeto.
El ciclo de vida de estos cascarudos es variado. Los pertenecientes a la familia Carabus, por ejemplo, pasan el invierno como adulto. En algunos cascarudos de este género el ciclo de vida se extiende por varios años y ciertas especies frecuentan terrenos arenosos o los márgenes de los ríos.
Con pocas excepciones, los adultos y sus larvas viven de caracoles, babosas, gusanos y otros animalitos similares y sus huevos. La mayoría de las especies no pueden volar.
En la primavera, las hembras colocan sus huevos, generalmente solitarios, en pequeñas cavernas superficiales del suelo. Permanecen dos o tres años en estado de huevo y larva.
Las larvas son delgadas y ágiles (foto 7), muchas se guarecen en la capa superficial del suelo y otras sobre plantas y en la corteza de los árboles muertos. Son esencialmente carnívoras y se alimentan de insectos, gusanos, caracoles y babosas.
Luego de cierto tiempo se verifica el empupamiento y dos o tres semanas más tarde nacen los cascarudos, que es el estado adulto.
Estos adultos son cazadores activos, que se desplazan rápidamente por el suelo en búsqueda de insectos y gusanos, a los que capturan con sus potentes mandíbulas (fotos 4 y 5). Algunas especies también incluyen en su dieta polen, semillas y hojas de plantas. Otras se alimentan exclusivamente de plantas (o sea son fitófagas).
Mientras que algunos carábidos desarrollan su actividad con la puesta del sol y en la noche, otros lo hacen durante el día. Los adultos de muchas especies tienen los élitros (alas) soldados entre sí, por lo que se ven impedidos de volar.
En aquellos jardines donde no reina un orden total, sino que se encuentran cercos, arbustos, superficies de césped y hasta pequeños montones de piedras u hojas, seguramente también habrá “juanitas”.
La mayoría son de hábito nocturno y se mantienen escondidas durante el día y por eso son difíciles de detectar y sólo cuando son molestados (lo que en el jardín es difícil de evitar) se hacen visibles, pero buscan lo más rápido posible un nuevo escondite.
Las “juanitas” de color negro, por lo general viven de caracoles. Hay otras especies que se suelen ver de día y reflejan brillantes colores a la luz.

CALOSOMAS y DROMIUS

Los carábidos tienen importancia como predadores, puesto que atacan un número importante de plagas, incidiendo en forma significativa en el control de éstas. En este sentido el género Calosoma es uno de los más destacados, al destruir de manera eficaz orugas y pupas de lepidópteros (mariposas y polillas).
Calosoma retusum (foto1) es el miembro más común dentro del género Calosoma. Tanto los adultos como las larvas son activos predadores. Destruyen larvas y pupas de distintos lepidópteros. Desarrollan su actividad durante la primavera y el verano.
Los adultos, que son de hábitos más bien nocturnos, se movilizan rápidamente por el suelo o ascienden a los tallos en busca de “lagartas peludas” (orugas que parecen que tuvieran pelos o cerdas en todo su cuerpo) y cuando se los toma con las manos expelen un olor particular, el que también se puede reconocer en los cultivos donde estos insectos abundan.
Las larvas pasan por tres estadios y se desarrollan con rapidez, transformándose en pupas en aproximadamente dos semanas. Viven a expensas de orugas, pero también de prepupas y pupas que se encuentran en el suelo. Cuando se crían en cautiverio se atacan entre sí, mostrando un marcado canibalismo.
Las pupas permanecen enterradas en el suelo a pocos centímetros de la superficie; los adultos emergen en algo más de una semana. Luego pasan el invierno dentro de galerías en el suelo y recuperan la actividad en primavera.
Existen más de 200 especies de carábidos, de la mayoría de las cuales no se tiene información biológica. Frecuente en todo nuestro país es una especie próxima a Calosoma retusum, con características biológicas similares.
Una especie afín es Dromius (foto 6). Casi todos los cascarudos de esta especie son más pequeños y viven sobre el suelo, donde se alimentan de pulgones y otros animales pequeños.


Fuente: “Guía ilustrada para el monitoreo de plagas y enfermedades en frutales de pepita” y Darío Fernández, entomólogo.
INTA Alto Valle.

CARTA DE LECTORES !

Tengo un arbusto de weigelia y varias opiniones sobre su poda. Desearía me indicaran cuándo se debe podar en función de su floración temprana.
Muchas gracias. Alejandra

Agradezco la pregunta sobre la poda de este arbusto de hermosa floración a mediados de primavera (octubre a primera quincena de noviembre), pues lamentablemente veo que muchos la desfiguran por desconocimiento.

1) La weigelia (Weigela florida) florece a partir de yemas florales que se han formado durante el invierno. O sea que desde esa óptica, la poda se debe efectuar únicamente cuando haya caído un 60 a 70% de los pétalos florales. Si se hace en el invierno o antes de la floración, se pierde gran parte de ella con las ramas eliminadas.

2) La weigelia es un arbusto de ramificación basitona (o sea desde la base, desde el nivel del suelo). El típico ejemplo de esta forma de crecimiento son los rosales silvestres que se observan por doquier en los canales de riego. Esa forma de crecer determina la eventual poda. Una poda tipo cerco la arruina y le quita la gracilidad y elegancia de su porte natural.

3) El sol (o la luz) es el principal factor que promueve la formación de yemas florales y de hojas que alimentarán a la planta. En ese sentido, el objeto de una poda es siempre ayudar a la planta a recibir luz incluso en su interior, manteniendo su estructura o forma natural. La prueba de esta influencia lo dan nuevamente los rosales silvestres... cuando están muy tupidos, las ramas del centro de la planta se secan por falta del principal insumo, el sol (luz), que posibilita la fotosíntesis.

4) Cualquier poda debe tener como uno de los objetivos, el evitar que la planta envejezca. Por tal motivo, a partir de cierta edad se comienza a eliminar todos los años una o dos ramas viejas, para dar lugar al nacimiento de ramas nuevas bajo la influencia de la luz que les llega. Este envejecimiento depende de cada especie e incluso de cada variedad. Con esta poda anual suave y prudente, no se la lastima ni excita demasiado, lo que daría lugar a crecimientos vegetativos descontrolados en detrimento de la formación de flores (la planta “se va en vicio”, se dice comúnmente).

RESUMEN

El consejo es podar la weigelia únicamente si la planta tiene ya más de cinco o seis años y muchas ramas que ensombrecen el interior de la estructura. Se eliminan a lo sumo una o dos ramas por año (o ninguna), inmediatamente después de que ha perdido una parte importante de los pétalos florales. Esto le da tiempo a “madurar” sus yemas florales para la primavera siguiente.



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