Desde hace ocho temporadas el gobierno nacional mantiene una política netamente extractiva en su relación con la producción del Valle de Río Negro y Neuquén.
Con el argumento de una mayor igualdad se implantaron las retenciones a las exportaciones, asegurando que los fondos provenientes de las mismas volverían a la actividad a través de obras y ayuda para los productores que así lo demandaran. Pero la fruticultura nada tiene que ver con la producción sojera, maicera o triguera para recibir el mismo tratamiento fiscal.
Pasaron ocho años en los que se sumaron promesas y frustraciones y menos del 10% real de los cerca de 250 millones de dólares que transfirió el sector productivo regional a las arcas nacionales a través de este gravamen regresivo llegó desde el Ejecutivo a la actividad.
La complicidad de la clase política local frente a esta agonía que sufre la fruticultura es realmente indignante. Gobernadores e intendentes no tienen las agallas necesarias de "plantarse" frente a la administración central para exigir lo que corresponde.
Con este tipo de conductas se bastardea a toda una generación que apostó por el trabajo, chacareros que buscaron, tal como lo hicieron sus padres y sus abuelos, dignidad a través de los frutos que entregaba esta bendita tierra.
El modelo K está tocando fondo, por lo menos en su relación con las economías regionales.
Los productores, cansados de las continuas reuniones y falsas promesas que proclama el gobierno central, tomaron la decisión de salir nuevamente a las rutas.
Para ser escuchados están dispuestos a frenar la cosecha o no entregar la fruta. Un acto de desesperación total: inmolarse frente a la falta de expectativas de un futuro para ellos y su familia.
Lo lamentable es que en la administración nacional nadie entiende la magnitud de la crisis que vive el sector, que va mucho más allá de una mejora en la paridad cambiaria o un nuevo subsidio para el chacarero.
Lo único que le importa hoy al poder central es recaudar para seguir cooptando las voluntades de gobernadores, intendentes, diputados y senadores. ¿Qué aporta la fruticultura a este perverso esquema de hacer política? Poco y nada. Y, en consecuencia, es nulo el tratamiento que tienen los problemas del sector cuando llegan a la Rosada.
Los tiempos se agotan. No entender que estamos a las puertas de una profunda crisis en la región es no interpretar los fundamentos de la política.
(Redacción Central)