El 1 de noviembre está previsto declarar el vino bebida nacional.
Este nombramiento es vivenciado por el sector vitivinícola argentino como un gran logro que surge como resultado de gestiones realizadas por el Fondo Vitivinícola Mendoza y la Corporación Vitivinícola Argentina ante el Instituto Nacional de Vitivinicultura y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Para llegar a esta instancia se tuvieron en cuenta algunos puntos clave de la actividad; por ejemplo, que la vitivinicultura argentina tiene más de cinco siglos de historia, integrando la tradición de los inmigrantes europeos y los saberes de los pueblos originarios y dando origen a la vitivinicultura más importante de América del Sur.
Al mismo tiempo, es una actividad favorecida por óptimas condiciones climáticas y de suelo, por lo que manifiesta un acelerado y sostenido desarrollo, mejorando sus estándares cualitativos tanto en el sector primario como en el industrial y dando lugar a una actividad económica crecientemente sustentable y de gran importancia social y económica para las provincias productoras.
En la firma del decreto se tuvo en cuenta además que en la década del 90 se inició un proceso de reconversión con la implantación de variedades de alta calidad enológica, a lo que se sumó la incorporación de tecnología de avanzada en las etapas de producción, elaboración y comercialización, de la mano de recurso humano calificado.
Los factores mencionados, que no son los únicos, contribuyeron a la consideración de nombrar el vino bebida nacional.
De esta manera este producto -y la actividad en su conjunto- obtiene un merecido reconocimiento a su trayectoria y a su perfeccionamiento perma-nente.