Chile, no deja de ser un referente para la fruticultura del Valle. Este año, por dar un ejemplo, el vecino país exportó más de 700.000 toneladas de manzanas, un volumen casi cuatro veces mayor al de las ventas externas argentinas.
A principios de los 80, Chile exportaba tan sólo 50.000 toneladas de manzanas. ¿Cómo se dio este salto tan importante en la fruticultura transandina? Apoyando el Estado la posibilidad de sustentabilidad del sector y los mecanismos de ajustes necesarios para mantenerlo dinámico y competitivo sin cambiar el modelo política.
En Argentina, nada de esto ocurre. En forma continua se modifica la carga impositiva del sector quitando previsibilidad al sistema. En este sentido, el trabajo oficializado por la CAFI destaca que la venta en fresco de frutas de pepita en nuestro país presenta un aporte tributario 132 millones de dólares superior al que se generaría con el sistema tributario de Chile, lo que explicaría una brecha de 0,09 dólares de mayor costo por kilo cosechado o de 0,14 dólares por kilo empacado y comercializado. Esto evidencia que el sistema impositivo incide en gran medida sobre el problema de competitividad actual en la fruticultura de manzana y pera.