La pérdida de competitividad que muestra el sistema frutícola regional es preocupante. La reacción ante este escenario del gobierno nacional y los mandatarios provinciales también lo es.
¿Algún funcionario salió a decir algo acerca de los cerca de 600 puestos de trabajo eliminados esta semana por la principal exportadora de la región? ¿Saiz o Sapag se manifestaron sobre la compleja situación que vive la actividad? ¿Presentaron alternativas? Por ahora, nada se ha escuchado de parte de los goberna- dores o sus funcionarios relacionados con el sector productivo.
Mientras tanto nuestros competidores siguen avanzando. Chile es un caso para el análisis. Con una paridad cambiaria bajo presión (un dólar débil para el histórico de la última década), se mantiene en el mercado con valores mucho más competitivos que los que muestra la fruta del Valle. Este año, sin ir más lejos, la caja de manzana chilena (de alta calidad) llegó a Rusia a dos dólares menos que la del Valle. Los operadores de ese mercado aseguran que, con los precios que hoy se manejan en la Argentina, difícilmente puedan sostenerse como líderes en esta plaza para la próxima temporada.
El estudio de "Competitividad e Impuestos" presentado la semana pasada por la CAFI realiza una comparación de costos sobre la exportación de pomáceas entre Argentina y Chile, con igual rendimiento productivo por hectárea y sin incluir amortizaciones.
El trabajo detalla (ver infograma adjunto) que existe una diferencia de 0,12 dólares por kilo.
El costo directo de producción en nuestro país es 12% superior al de Chile (0,02 dólar por kilo) y lo explica mayormente el componente mano de obra, y no por el salario del trabajador sino por la diferencia en las contribuciones patronales. El trabajo de la CAFI señala que el costo de empaque y conservación es 30% superior, también el componente mano de obra es un factor explicativo importante, mientras que el comercial es un 12% más alto que en Chile. En este último la cuestión impositiva es un factor relevante, tanto el impuesto a combustible como los derechos de exportación, al crédito y débito bancario.
En resumen, si en el mercado externo los precios de venta son similares, el resultado final para la fruta es 0,12 dólares inferior por kilo empacado en nuestro país, dado que el costo FOB de exportación sin amortizaciones es 21% más alto en relación al de Chile.
(Redacción Central)
Menor carga impositiva
Chile, no deja de ser un referente para la fruticultura del Valle. Este año, por dar un ejemplo, el vecino país exportó más de 700.000 toneladas de manzanas, un volumen casi cuatro veces mayor al de las ventas externas argentinas.
A principios de los 80, Chile exportaba tan sólo 50.000 toneladas de manzanas. ¿Cómo se dio este salto tan importante en la fruticultura transandina? Apoyando el Estado la posibilidad de sustentabilidad del sector y los mecanismos de ajustes necesarios para mantenerlo dinámico y competitivo sin cambiar el modelo política.
En Argentina, nada de esto ocurre. En forma continua se modifica la carga impositiva del sector quitando previsibilidad al sistema. En este sentido, el trabajo oficializado por la CAFI destaca que la venta en fresco de frutas de pepita en nuestro país presenta un aporte tributario 132 millones de dólares superior al que se generaría con el sistema tributario de Chile, lo que explicaría una brecha de 0,09 dólares de mayor costo por kilo cosechado o de 0,14 dólares por kilo empacado y comercializado. Esto evidencia que el sistema impositivo incide en gran medida sobre el problema de competitividad actual en la fruticultura de manzana y pera.