En Estados Unidos, el mayor exportador de carne, los ganaderos y criadores de cerdos redujeron abruptamente sus manadas en respuesta a la sequía, el alza de los precios de los granos y la recesión. Una tendencia similar se observa en Australia, donde los rebaños de ovejas se achicaron a menos de la mitad del tamaño que tenían hace dos décadas.
Al mismo tiempo, los hogares de varios mercados emergentes incorporan más carne a su dieta a medida que mejoran sus ingresos.
La combinación de menos oferta y más consumo elevó los precios internacionales de la carne y llevó a que los operadores apostaran grandes sumas a que esos valores subirán, según publicó recientemente "El Cronista".
La relación es visible en Cozad, Nebraska, una ciudad de 4.000 habitantes donde Craig Uden maneja feedlots capaces de alimentar 45.000 vacas. "Está repleto de comederos vacíos. Hay menos ganado en los feedlots porque hay menos animales para elegir", comentó. Después de años de condiciones del mercado poco favorables, los ganaderos que le venden los animales se achicaron en gran medida. Las vacas que solían alimentar a los terneros fueron al matadero.
Ahora la demanda externa de carne vacuna, especialmente los cortes menos elegidos por los norteamericanos, como hígado y costillas de res, se está recuperando.
Se estima que este año las exportaciones de carne estadounidense se incrementarán un 13%, mientras que las de cerdo subirán un 9,1%. Y los principales motores de este crecimiento de las ventas al extranjero son los mercados emergentes.
En Brasil, el segundo productor de carne vacuna, se calcula que el consumo de este alimento aumentará a un nivel récord este año, lo que limitará sus exportaciones. El consumo de cerdo en Rusia, Vietnam, México y Corea del Sur también crecerá este año, aunque en algunos países se mantiene inferior a los niveles anteriores a la crisis financiera. Y Brasil, Rusia e India, con Europa y Estados Unidos, están comiendo más pollo.
Las tendencias apuntan a una demanda imparable en los mercados emergentes. Para el 2050, el consumo de carne en los países en desarrollo subirá un 65%, mientras que en las naciones de altos ingresos el incremento será del 16%, según estimaciones del International Food Policy Research Institute.