uisiéramos que nos hiciera una breve reseña sobre la estrategia que se plantea el INTA en el Programa Nacional Frutales, en particular para el Valle de Río Negro y Neuquén.
-Los ejes centrales del Programa Nacional Frutales son varios. En investigación se trabaja para estar en la frontera del conocimiento y para que el sector sea aún más competitivo y la Argentina pueda exportar muchas más frutas (en el último año se exportó por 1.400 millones de dólares en frutas frescas). Pero existen otros dos temas tan relevantes como el mencionado. Me refiero a la sostenibilidad de los sistemas productivos y a la equidad social. En numerosos aspectos de la fruticultura se advierte una brecha amplia entre lo que se sabe y lo que se hace, y en tal sentido la capacitación y transferencia ocupan un lugar destacado en nuestras responsabilidades institucionales. Se debe tener presente que la fruticultura implica un sistema intensivo de producción y, por otra parte, una cadena sumamente extensa y compleja. A lo largo y ancho del país y en cada economía regional involucrada existen numerosos profesionales que se desempeñan asesorando a productores, empresas de servicios o proveedores de insumos que necesitan de una constante actualización técnica en la producción. Otro tema a destacar entre los objetivos del programa es el de incrementar la diversificación productiva y mejorar la oferta de nuestra canasta frutícola exportable. Esta cuestión es aplicable a los valles de Río Negro y Neuquén, donde la cultura de peras y manzanas es un virtual monocultivo. El énfasis de la investigación aplicada y de la experimentación se puso en la lucha contra la carpocapsa y la EEA Alto Valle ocupó un rol destacado en este proceso de control de la plaga. Seguramente se debe avanzar con mayor profundidad en la modernización de la ingeniería de los cultivos, principalmente en manzanas y en la conservación de los recursos suelo y agua.
-El presidente del grupo Univeg, dueño de Expofrut, señaló en una entrevista reciente que la producción promedio del Valle se ubica en las 25 toneladas por hectárea contra 50 toneladas en Bélgica, por ejemplo. Indicó, además, que en el Valle tanto el volumen como la calidad de la fruta siguen siendo los mismos de hace una o dos décadas atrás. ¿Cuál es su opinión al respecto?
-Es absolutamente cierto que los rendimientos en manzanas son inferiores a los de otras regiones frutícolas del mundo. La respuesta tiene varios enfoques. En primer lugar, los sistemas de plantación en el Valle son obsoletos en cuanto a densidad de plantas por hectárea. Sin embargo, reconvertir una hectárea con plantaciones más modernas implica un nivel de costos que está fuera del alcance de la mayoría de los productores. Hablar de más de 20.000 dólares por hectárea suena descomunal para el productor pequeño y medio. Todo esto influye en la cantidad y calidad de la fruta y, en manzanas, no olvidemos que los porcentajes de fruta con calidad de exportación son bajos.
-Países como Nueva Zelanda lanzan al mercado cada 3 ó 5 años nuevas variedades de manzanas; también otros países como Italia o Austria. ¿Por qué el INTA no ha implementado un programa de investigación y desarrollo de variedades nuevas o un ecotipo varietal de la región?
-Nueva Zelanda es un ejemplo donde gran parte del negocio de la fruticultura pasa por la oferta de germoplasma al mundo. Para ello ha montado desde hace años un programa de mejoramiento que el sector privado ha considerado como propio y asumido como eje central de su estrategia comercial. Los norteamericanos, bastante más tarde, imitaron a Nueva Zelanda y luego de varios y largos años iniciaron un programa de mejoramiento, concretamente en el estado de Washington. Pero aquí también el rol del sector privado fue y es fundamental, pues aportó y aporta el capital en infraestructura y equipamiento y el financiamiento para llevarlo a cabo. En este marco, la industria también es partícipe de las ganancias que genera el patentamiento de las variedades. El INTA por sí solo no está en condiciones de abordar un programa de mejoramiento genético. Programas de esta naturaleza y envergadura requieren de inversiones en recursos humanos y económico-financieros por varios años hasta ver el fruto de esa investigación. En un sistema organizacional afiatado, obtener una variedad de manzana demora no menos de diez años y en ese plazo se estudian cientos de plantas. Si el sector privado no logra involucrarse y comprometerse con estas estrategias es muy difícil, imposible diría yo, encarar un programa de mejoramiento genético serio y duradero en el tiempo. Creo que este debate nunca fue debidamente profundizado en el Valle y tal vez la coexistencia de visiones e intereses diferentes, etapas del desarrollo regional con elevados niveles de conflicto o bien miradas más orientadas al corto plazo han dificultado que la región encarara una estrategia propia de mejoramiento genético. (C. C. G.)
Ampliación de las fronteras productivas
-Existe una realidad estructural en lo que hace a la producción frutícola, como es la desaparición de la pequeña y mediana empresa. ¿El INTA tiene alguna posibilidad de actuar para que la pequeña producción tenga posibilidades de evolucionar?
-El INTA está abordando esta temática como política de Estado. La problemática de la agricultura familiar y los sistemas productivos y de organización de los pequeños productores es un objetivo institucional. Nuestra institución tiene programas que están dirigidos al productor familiar, incluyendo las cuestiones vinculadas con una mejor competitividad. Un hecho concreto es el proyecto PEVI 2020 (Proyecto Estratégico Vitivinícola 2020).
-Respecto de la diversificación productiva, existen alternativas reales en fruticultura en distintas regiones del país que aún no se han desarrollado. ¿Qué puede hacer el INTA dentro del Plan Estratégico para que se logre una real diversificación en el sector?
-Uno de los ejes del Programa Nacional Frutales es precisamente la ampliación de las fronteras productivas. Es prioritario demostrar y validar regionalmente que se puede producir con altos rindes y buena calidad. Es posible crecer y mejorar el cultivo de uva de mesa, cerezas y frutas finas, entre otros.