La exportación de abejas reinas que realizó la cabaña Antünei a fines de abril le abrió una puerta grande al sector apícola patagónico.
El embarque estuvo constituido por 619 reinas Carniola que tuvieron como destino final el mercado alemán.
La cabaña, ubicada en la localidad de Lamarque, se dedica a la producción de material vivo desde 1994 y está habilitada para exportar desde el 2003.
Hasta ahora las ventas se habían centrado pura y exclusivamente en el mercado interno, pero una visita a Apimondia, un encuentro del sector apícola realizado en Francia, fue el puntapié inicial para poner la mirada en el mercado externo.
María Cristina Gómez, una de las responsables de la cabaña apícola, indicó que la demanda proveniente del mercado europeo obedeció a dos cuestiones fundamentales.
En primer lugar, a que los productores locales trabajan en contraestación. "Ellos necesitan abejas reinas tempranas y nosotros se las ofrecemos desde aquí", aclaró.
El otro motivo es la sanidad. "En Europa hay un síndrome de desaparición de colmenas debido a la agresión del medio ambiente y el manejo que hacen los apicultores de las colmenas incorporando muchas curaciones", sostuvo la emprendedora.
Cada ejemplar viajó acompañado por siete nodrizas que fueron las encargadas de alimentar a las reinas durante el trayecto desde Ezeiza hasta Frankfurt.
En rigor, los números finales que quedaron para la cabaña no hablan de "el gran negocio", ya que cada ejemplar se vendió a 16 dólares. Pero la importancia de la exportación realizada radica en la oportunidad que representa para la apicultura zonal haber alcanzado un mercado que puede dar lugar a nuevas ventas. Esto aportaría a la actividad apícola el fondeo que hoy necesita para crecer y perfeccionarse, con el fin de alcanzar objetivos más ambiciosos.
En este sentido, desde la cabaña Antünei se destacó la necesidad de garantizar la calidad del material comercializado, para lo cual sería primordial contar con el apoyo de los gobiernos nacional y provincial para el ordenamiento territorial de las colmenas.
Según Gómez, "ordenar las colmenas significa que haya un mapa apícola, que cada uno tenga su lugar y que se respeten las distancias mínimas entre los apiarios".
De acuerdo con lo que marca la ley, la distancia mínima entre apiarios en lo que respecta a la producción de miel debería ser de tres kilómetros o más.
Para los centros de fecundación de cabañas esta distancia tendría que ser mayor porque, según explicó Gómez, la reina se fecunda en vuelo y si se cruza con un zángano que no es Carniola o Bukfast se produce una contaminación genética.
Más allá de eso, la emprendedora destacó que ve con agrado cómo desde Senasa Patagonia Norte y Senasa nacional se están organizando para comenzar con la fiscalización sanitaria de productores trashumantes, que son los que ingresan a la región en época de floración, y fijistas, es decir aquellos que son propios de cada lugar.
Por último, desde Antünei alentaron a los demás productores a sumarse a la iniciativa, ya que si la demanda se potencia será dificultoso cumplir con los pedidos.