La estructura de costos comienza a golpear fuerte sobre el sistema frutícola regional.
Para muchos analistas, estamos peor que en la convertibilidad respecto la competitividad que presenta el sistema.
Cuando se analiza la estadística oficial, se observa que los costos de una caja de manzana con destino al mercado externo se incrementaron en promedio 55% en dólares desde el 2001 a la fecha.
En relación al mercado interno, las subas -también tomadas en moneda norteamericana- crecieron un promedio del 26% durante el período de análisis.
Con precios en destino estables y costos creciendo a las tasas mencionadas, la actividad se orienta derecho a un ajuste. Y esto significa lisa y llanamente el achique del sistema por pérdida de competitividad.
De aquí las semejanzas con el período de la convertibilidad, donde el "corset" del modelo terminó pulverizando la rentabilidad del sistema.
Este año comenzaron a observarse los primeros síntomas de la crisis de competitividad por la que atraviesa la fruticultura.
Se espera un segundo semestre complejo para la actividad.
Muchas empresas están ajustando personal, los productores tienen problemas para poder realizar los trabajos culturales en sus chacras y la falta de liquidez se hace sentir en la calle.
Las subas de costos en dólares que están presionando sobre la mayoría de las economías regionales no tiene correlato con los precios que reflejan estos productos en el exterior. Muchos de los exportadores consultados por este tema aseguran que los costos fueron consumiendo año tras año la competitividad nacida con la devaluación del 2002.
Cada vez más se escucha decir que el sector frutícola se encuentra en la misma situación de crisis del uno a uno (en referencia al modelo económico que imperó en el país durante los 90).
¿Cómo se sale de este esquema?
Uno de los pilares sobre los que se basó el actual modelo productivo fue el tipo de cambio real elevado.
La competitividad alcanzada tras el colapso de la convertibilidad impulsó la producción transable, la creación de empleo, la inversión y los superávits gemelos (fiscal y comercial).
Sin embargo, la aceleración de la inflación comenzó gradualmente a consumir la ventaja cambiaria.
La depreciación del dólar y la fortaleza del real (ver recuadro adjunto) evitaron un mayor deterioro, hasta el estallido de la crisis financiera mundial.
La fruticultura regional muestra hoy problemas estructurales preocupantes.
Es una actividad donde la mano de obra tiene un peso específico sumamente importante en la estructura de costos.
Y esto pesa en un modelo donde los salarios comienzan a desbordarse por las demandas gremiales, a poco de iniciarse el año electoral.
En un escenario como el actual, quedan tres salidas para poder corregir los desvíos del sistema:
* Recortar la estructura de costos (ajustes en mano de obra y cambios de escala en el sector).
* Subir la paridad cambiaria, la que actúa sobre dos ejes. El primero mejora la competitividad de nuestra oferta exportable. El segundo licúa los costos internos teniendo en cuenta que la actividad comercializa alrededor del 70% de su oferta en fresco hacia los mercados externos.
* Una combinación entre ambas alternativas mencionadas.
La queja empresarial -discutible o no como tal- es que la paridad cambiaria no acompañó en estos años la suba de los costos de producción. Cualquier variable que se toma contra el dólar se encuentra hoy por encima de los niveles de 2002-2003 (que fue una de las temporadas de mejor competitividad cambiaria para el Valle). Es más, si toman como referencia los datos de inicio de la década pasada también se obser-va un deterioro en esta relación.
Por dar un ejemplo cualquiera, a valor dólar actual (por variación de precios), la urea creció casi tres veces respecto del 2000 (ver recuadro adjunto). Pero la realidad muestra que no existe -por ahora- la voluntad política de cambiar el rumbo del modelo.
Distintas consultoras locales y extranjeras aseguran en sus últimos informes que se espera para este año una inflación promedio del 25% con una depreciación del peso no superior al 10%. Afirman que se podría imprimir una mayor depreciación nominal a la moneda local, pero no está claro el resultado final.
En síntesis, salvo un cambio abrupto en las condiciones externas, la administración Kirchner tiene margen para seguir anclando el tipo de cambio nominal. Obviamente esto conspira, peligrosamente, contra la competitividad de las economías regionales como la del Valle.
Posición del gobierno
"Recomponer la paridad cambiaria como hoy exigen los industriales o las economías regionales es llevar el dólar arriba de los cinco pesos... y eso es imposible en un año electoral", confió días atrás un importante funcionario de la alicaída cartera del ministro Amado Boudou.
La ecuación del gobierno es sencilla. Parten de la premisa de que devaluar a una tasa similar a la que muestran los salarios tendrá un efecto inflacionario importante, por lo que "el remedio será peor que la enfermedad".
Complementan este concepto asegurando que, fiscalmente, no hay necesidad de generar presiones sobre la paridad cambiaria. "Hoy la realidad nos sonríe. Tenemos un 50% más de soja con precios en torno a los 350 dólares la tonelada. Con esto existe un colchón que nos permite llegar sin problemas al cierre del 2010. No tenemos la necesidad de ´tocar´ nada", aseguró la fuente mencionada.
-En este esquema, las economías regionales entran en crisis -afir-mó "Río Negro".
-El campo en su conjunto, que es el que motoriza la economía del país, no está en problemas. Los commodities y la carne hoy son rentables. ¿Cuál es el inconveniente? La fruta necesita mejorar la competitividad... se subsidia. ¿Cuánto es lo que necesitan? -respondió el funcionario con un tono de ironía.
-¿Es decir que volverán los subsidios?
-Nunca los dejamos -confió, caminando por los pasillos de Economía y con una marcada sonrisa en su rostro.
Reflexión final
En el actual escenario político-económico que vive la Argentina son pocas las posibilidades que existen para una devaluación que termine reacomodando las distorsiones que hoy muestran ciertos precios relativos y devuelva la competitividad requerida por los exportadores regionales.
Sin dudas se avecinan tiempos complicados para la fruticultura regional.
Está claro que el gobierno nacional no asumirá el costo político de lo que significa un cambio en la paridad cambiaria para los bolsillos de los trabajadores. Prefiere aumentar el nivel de subsidios para la región antes que tocar el tipo de cambio.
Puede ser que esto políticamente "cierre" para el gobierno,
Pero sigue siendo creciente el riesgo para la economía que está generando toda esta política de subsidios cruzados que, a la larga, termina profundizando la distorsión de los precios relativos.
El ajuste en la fruticultura pareciera ser inminente.
Precios relativos fuera de control
La evolución de los precios relativos va modificando los patrones de consumo y de inversión en las economías capitalistas.
En países como la Argentina, que han enfrentado crisis macroeconómicas recurrentes, los precios relativos muestran cambios drásticos asociados, en general, a las correcciones del tipo de cambio. En términos generales, el camino hacia las crisis va acompañado del deterioro de los bienes transables (los productos exportables e importables), lesionando la competitividad de las empresas.
En los actuales procesos de alta inflación, los precios relativos suelen desordenarse, pierden su capacidad informativa y la economía reduce su crecimiento, hasta que se alcanza la estabilización macroeconómica con una nueva corrección de precios.
Por diversas razones, económicas y políticas, varios gobiernos -entre los que se encuentra la actual administración- se han embarcado en políticas de precios que terminaron siendo distorsivas de los valores relativos y que perduraron por un plazo lo suficientemente prolongado como para afectar la oferta y demanda de productos.
La fruticultura regional está sintiendo todo este proceso.
Los precios relativos están sufriendo importantes cambios y todo indica que las correcciones vía tipo de cambio no llegan. La única salida correctiva que les queda a las empresas para poder sortear este momento es ajustar sus economías. Los datos que muestran los gráficos adjuntos son más que elocuentes.
Para que un productor pueda comprar hoy la misma cantidad de gasoil que en el año 2000, con el mismo poder adquisitivo, el dólar debería cotizar en 6,78 pesos.
La evolución que tuvo el salario en estos últimos años fue clave para una actividad, como la fruticultura, que demanda mano de obra intensiva. Un productor que pagaba en su chacra en el año 2000 unos 50.000 dólares anuales en salarios, hoy paga alrededor de 80.000 dólares por esa misma planta de personal. Para equiparar los precios relativos del salario con el año 2000, el dólar debería cotizar hoy en 6,42 pesos.