La fortaleza de la moneda brasileña es lo que está evitando un mayor deterioro de la competitividad argentina.
Ésta no se revertirá en el corto plazo, manteniendo la brecha existente entre el tipo de cambio real multilateral y el bilateral.
Sin embargo, la elevada inflación local tiende a diluir las ventajas con Brasil.
Las proyecciones para fin de año ubican al real en torno a los niveles actuales (1,80 por dólar), mientras que se estima une leve devaluación en el 2011, en línea con un contexto de menor liquidez ante el retiro de los estímulos globales. Más allá de Brasil, mientras la inflación se acelere y se utilice el tipo de cambio como ancla nominal de la economía, la pérdida de competitividad será notoria. Si bien con Brasil todavía no hay atraso cambiario como en la convertibilidad, desapareció el colchón de competitividad conseguido tras la devaluación del 2002.