La crisis en la Eurozona golpeó duramente esta semana a las monedas de los países emergentes.
El lunes, el pánico se apoderó de los inversores y hubo una salida abrupta de capitales del sistema que rige en el Viejo Continente, lo que terminó llevando al euro a sus mínimos contra el dólar y el yen.
La moneda comunitaria se comercializaba en la madrugada del martes por debajo de los 1,21 dólares (futuro a 30 días).
Alemania y Francia luchaban para que el euro no perforara la barrera psicológica de los 1,20 dólares. Finalmente lo consiguieron. Frenó la ofensiva especuladora de ciertos sectores colocando a la moneda europea en la franja de 1,22-1,25 dólares.
"Se logró frenar la caída. Lo que nadie tiene es certeza de cuánto puede durar esto", confesó un operador del mercado al conversar sobre este tema. Esto quiere decir, en otras palabras, que lo peor podría no haber pasado.
Y este terremoto -sumado a las señales de China de abandonar los bonos de la Eurozona- terminó afectando las monedas periféricas. El real fue una de ellas.
La arritmia que mostró en la semana generó preocupación en la región, ya que gran parte de la fruta que se produce en el Valle tiene como destino final el mercado brasileño. El martes el dólar en el vecino país tocó los 1,90 reales; el valor más alto del año.
En la medida en que el real se devalúe, la oferta exportable argentina pierde competitividad en este mercado. De ahí la preocupación mencionada párrafos arriba.
Sin embargo, el miércoles Europa volvió a respirar y el dólar en Brasil cerró el fin de semana en torno a los 1,82 reales. (R.C.)