A raíz del roce comercial entre el gobierno argentino y el de China después de que el gigante asiático decidiera suspender por un par de meses las compras de aceite de soja aludiendo medidas sanitarias, resulta pertinente analizar el papel que juega este producto en la relación bilateral. Un reciente informe de abeceb.com sostiene que la realidad de la producción y comercialización de aceite de soja muestra que para China sería complicado sostener esta medida por un tiempo prolongado o en forma definitiva sin hacer cambios en su propia estructura productiva.
Para dimensionar la importancia mundial de la Argentina en materia de aceite de soja basta señalar que en el mundo se exportan aproximadamente 12 millones de toneladas de este producto en un año, de los cuales la mitad corresponde al excedente del consumo interno argentino, que representa aproximadamente el 93% de la producción nacional. Es decir, la mitad de lo que se comercializa en el mundo es de producción nacional.
Esa capacidad exportadora es fruto de que nuestro país abarca el 18% de la producción total del planeta y produce con uno de los costos más bajos. Si bien Estados Unidos es el principal productor mundial, su consumo interno sólo le permite exportar el 9,7% de su producción. Brasil, el cuarto productor mundial, sólo puede exportar el 37,4% de su producción.
Entre las dificultades que tendría China para reemplazar lo que le vende Argentina se destaca que solamente cuatro países concentran el 77% de la producción mundial de aceite de soja y uno de ellos es, justamente, China. A su vez, el principal proveedor de aceite de soja de China es la Argentina, abarcando también cerca del 77% de las importaciones totales que hace el gigante asiático de este producto. Es claro que nuestro país tiene un peso sumamente importante en las compras de China al exterior, ya que el aceite de soja ocupa el quinto lugar entre los productos que más importa el país asiático.
Entonces, si China decidiese reemplazar a la Argentina como proveedor de aceite de soja debería establecer lazos comerciales con muchos países para igualar la oferta nacional. También podría ocurrir que incrementara o sobreutilizara su capacidad productiva interna a mediano plazo potenciando su capacidad interna de molienda y comprara entonces el poroto de soja únicamente como materia prima, incluso a la Argentina, una estrategia que China ya ha implementado en otros sectores como el del acero, con buenos resultados.