Stroeder nació el 11 de noviembre de 1913 como fusión de pequeñas colonias agrícolas conformadas por grupos migratorios de agricultores alemanes que en el siglo XVIII habían decidido recalar en Rusia asentándose en la cuenca del río Volga.
Aquí llegó el influjo, dando lugar a los hombres del surco de la "Pampa gringa", de cabellos rubios y ojos verdes. Cuenta con unos 1.900 habitantes y, como la sequía no perdona nada, un 10% de los "stroedenses" decidieron encaminarse hacia otros horizontes. "Familias enteras y la muchachada que vivía de las actividades de arada, siembra, esquila o changas decidieron irse a Patagones, Viedma o Villalonga", estimó el delegado municipal Lorenzo Svenger.
Los efectos adversos se ciernen sobre 140 pequeños comerciantes. En unos de los alambrados de la localidad se colocó un cuero de vaca con la leyenda: "Así vamos a quedar".
De dos estaciones de servicios funciona sólo una y, sobre 180.000 litros mensuales que comercializaba de combustible, hoy realiza facturación por 60.000 litros. Unos 500 productores fueron subvencionados en noviembre pasado con 10.000 pesos por el gobierno bonaerense. La localidad está rodeada por unos 400 campos. Por lo menos existen 10 con el cartel de venta y otros tantos están virtualmente cerrados. El rodeo local se completaba con 80.000 vacunos y entre malvendidos y mortandad deben quedar unos 32.000, según estimó Svenger.
En la delegación municipal no sólo se atienden reclamos vinculados a los servicios. La situación social económica provoca desencuentros. "En estos días, tuve que hacer desistir de una denuncia policial que quería presentar la dueña de un campo contra su vecino. Éste le había tapado la tranquera con 1,50 metros de arena y no podía entrar al campo; sin embargo la realidad era otra", observó sorprendido. (AV)