Insistir en pagar un precio que se determina en gabinete cuando el valor del mercado es mucho más bajo constituye, como mínimo, un acto de poca racionalidad. El año pasado la fruta se pagó por encima del precio de referencia que exigía el gobierno provincial. El mercado dio para ello. Esta temporada la "torta de ingresos" se desplomó un 30% y los valores exigidos por la provincia resultan imposibles de cancelar. Presionar con las retenciones es una estrategia poco feliz. Pierden todos. Mucho más sensato sería sentarse con los exportadores para que explicaran cómo se llegó a los números de esta temporada y cómo sigue la actividad.