A pesar de los grandes anuncios del gobierno, la soja en el campo argentino avanza sin pausa. Desde fines del 2004 la administración Kirchner viene asegurando que todas las medidas tomadas hasta la fecha en materia agroeconómica apuntan a la disminución en la producción de soja en el país.
Sin embargo, las estadísticas contradicen los deseos presidenciales. En el 2003 la participación del maldito "yuyo" en el total de la producción de granos de la Argentina alcanzaba al 37%. En esta última temporada alcanzó al 51%. Y todo indica que va por más .
La desojización del campo argentino, en realidad, no está en la mira del gobierno. Apuntala sus dichos con agresivos mensajes hacia este cultivo, pero en la práctica todas las medidas tomadas por el Ejecutivo tienden a incentivar al productor a seguir sembrando soja.
Como siempre, todo es una cuestión de caja.
Es así que un caso emblemático, en el que el gobierno se sigue aferrando al statu quo, es la política con el campo.
Las líneas básicas conductoras siguen siendo hoy las mismas que se inauguraron en el 2003.
El modelo económico consta de una política agropecuaria con dos claves que son estructurales, inamovibles para poder dar continuidad al actual modelo kirchnerista. Así lo destaca un reciente informe de M&S Consultores en el que se detalla que ni el conflicto con el campo -que lleva más de un año y golpeó en la macroeconomía del país- condujo hasta ahora a cambios sustanciales en la política agropecuaria nacional.
? Una de las claves es mantener "baratos" los precios internos de los alimentos que consume en mayor medida la gente (intentar separar los precios internos de los vigentes en los mercados internacionales). Esta premisa involucra fundamentalmente al trigo, el maíz, la carne y los lácteos. El objetivo oficial es priorizar el abastecimiento del mercado interno aun a costa de que se exporte menos.
Para ello se aplican retenciones y limitaciones a la exportación, se subsidia el consumo interno y se regulan los mercados, con la paradoja de tener que dar subsidios fiscales a los productores perjudicados por esta misma política.
- La otra política estatal, detalla M&S, es apropiarse lo máximo posible de los ingresos de exportación que genera el complejo soja. El instrumento utilizado son las retenciones. Es una medida totalmente de corte fiscal para alimentar la recaudación tributaria y financiar el gasto público. La soja es diferente a los productos anteriores porque el consumo interno es nulo. El objetivo de "desojización" choca contra la realidad: en el 2010 la contribución de la cosecha de soja representará el 67% de los cuatro principales cultivos del país.
La política de abastecer el mercado interno con alimentos "baratos" logró imperfectamente su objetivo. Desde fines del 2005, la suba acumulada de la leche y la carne fue menor que el promedio de los alimentos: 57% y 65% contra 95%, respectivamente. No ocurrió lo mismo, continúa el estudio, por ejemplo con el pan, que subió más que el promedio de los alimentos.
Pero esta política tuvo consecuencias productivas estructurales muy costosas que no serán fáciles de revertir. En los últimos años, la exportación de los productos involucrados se desplomó porque la producción cayó o se estancó. En el 2005 Argentina consumía internamente 31% del trigo que producía, 32% del maíz, 75% de la carne y 95% de los lácteos y exportaba el remanente. En el 2010 estos mismos porcentajes serán 100%, 51%, 90% y 98% respectivamente. O sea que no se exportará trigo, casi no se venderán al exterior lácteos y carne y cada vez se enviará menos maíz (ver infograma).
En el 2005, este grupo de sectores representaba el 13% de la exportación total de Argentina. En el 2010 apenas aportaría 7%.
La contrapartida de este retroceso exportador a costa de abastecer el mercado interno es el menor aporte fiscal de estos productos en términos del pago de retenciones. En el 2005 aportaban 15% del total de retenciones (tocaron 19% en el 2008) y en el 2010 este porcentaje apenas llegaría al 6% (ver infograma). El caso extremo de la política de alimentos baratos es el trigo. El año que viene la cosecha apenas cubriría el consumo interno. A esta altura, que se eliminen las retenciones en un año donde las exportaciones serán nulas tendría costo fiscal cero. Por su parte, la política de apropiarse al máximo posible de los ingresos de exportación del complejo soja también es evidente. Tanto este año como el que viene, aportará más de la mitad del total de lo recaudado por el Tesoro en concepto de retenciones. Si el Parlamento impusiera una rebaja en las retenciones incluyendo la soja, tendría que resolver cómo cubrir la menor recaudación tributaria, que en parte está coparticipada a las provincias.
Javier Lojo
jlojo@rionegro.com.ar