Los altos costos de producción internos están mellando lentamente la competitividad de la industria argentina.
Al menos eso es lo que han dejado entrever los últimos informes sobre el tema, que demuestran que producir en el país ya no es tarea sencilla, mientras el empresariado nacional lo sufre en carne propia con exigencias cada vez más difíciles de satisfacer para poner en el mercado un producto al alcance de todos los bolsillos.
Una muestra de esta situación se puede apreciar por estos días en las góndolas de un reconocido hipermercado que opera en la región, el cual tiene a la venta tomates en conserva de marcas importadas a un precio bastante menor que los que ofrece de marcas tradicionales de la industria local. Éste es un claro ejemplo de la pérdida de competitividad de la industria nacional frente a productos que ingresan al país de otros mercados, los que incluso pagando todos los gastos de flete y aranceles internos son colocados a la venta en un nivel mucho más accesible para los flacos bolsillos de la gran mayoría de los consumidores argentinos.
Para este caso de los tomates en particular, la diferencia entre un producto y otro es sumamente elevada y seguramente condiciona la decisión de compra que toma el cliente, el que presionado por gastos crecientes en todo sentido busca abaratar su canasta alimenticia con las herramientas que tiene a mano.
Y una de estas herramientas es, frente a dos productos de similares características, adquirir aquel que satisfaga su necesidad a un precio menor, dejando de lado en la decisión el conocimiento de la marca y el origen de la mercadería que se adquiere.
De esta manera, la industria argentina entra en una espiral descendente porque sus ventas decaen, los ingresos lo hacen al mismo ritmo y se acotan las posibilidades de afrontar aquellos costos crecientes de los que se hablaba al principio de esta nota.
Decididamente, este ejemplo de los tomates no es el único dentro del espacio comercial.
Tampoco es el único rubro en el que la producción nacional comienza a hacer agua frente al avance de otros países productores. Ya lo vienen sufriendo las industrias del calzado, la textil, la del juguete y la frutícola, por nombrar sólo algunas. Y esta situación amerita que se le preste la debida atención, porque de lo contrario una vez más, como ya ocurrió en la historia argentina, esta recuperación que tanto costó conseguir se escurrirá como agua entre los dedos.