Brasil está dispuesto a dar pelea en el negocio del vino. Por ahora, es uno de los pocos países que parecen haberle escapado a la crisis económica y el consumo de vinos se mantiene en buen nivel.
Recientemente participó por primera vez en Vinexpo, el salón mundial de vinos y espirituosos que se realizó en Burdeos, en el suroeste de Francia. Con sus 88.000 hectáreas de viñas y una producción anual de 3,5 millones de hectolitros, es el quinto país productor más importante del hemisferio sur, detrás de la Argentina (14,8), Australia (10,3), Sudáfrica (8,9) y Chile (8,4), según la agencia de vinos brasileña.
El tinto domina la producción brasileña con un 70%, el blanco alcanza un 20% y el espumante un 10%. Cuenta con una gran variedad de cepas como sauvignon y chardonnay en blancos, y merlot, cabernet sauvignon, pinot y gamay en tintos.
Hasta ahora la casi totalidad de la producción se vende en el mercado interno. "Con 190 millones de habitantes, tenemos un enorme potencial", afirma Winfried de Bernard du Breil, responsable de relaciones internacionales para la firma Miolo. "En tres años, deberemos alcanzar un consumo de cinco litros por habitante, ahora es de 2,5", estimó.
Al mismo tiempo, los vitivinicultores brasileños intentan desarrollar el mercado exportador, que hoy representa el 2% de la producción, y llevarlo a un 10%.