"En este mundo actual, tan light y tan lleno de fastfoods, nuestra propuesta es exactamente inversa: slowfood, recobrar las tradiciones, regalarse tiempo para estar con la familia o amigos disfrutando de buenos momentos, con tranquilidad, apreciando los innumerables detalles del lugar mientras se paladean riquísimas comidas caseras acompañadas por una excelente bebida con cincuenta siglos de historia". Así piensan Alicia y Julio Migoya, de la cerveza artesanal Blest, la primera que se elaboró en forma comercial en Bariloche.
Lejano aparece aquel verano de 1993 cuando Julio y Nicolás Silin (quien actualmente no está en la empresa) fueron cesanteados con un "retiro voluntario" de la empresa Invap SE durante una drástica reducción del plantel profesional. Su historia podría haber sido una de las tantas que terminaron con la supervivencia jugada a un quiosco o un remise. Pero ambos eligieron gambetear ese destino poniendo en juego su experiencia como instaladores de plantas químicas y optaron por aplicar sus conocimientos en tanques, caños y soldaduras en una planta elaboradora de cerveza.
La idea fue tomando forma en el domicilio particular de Julio, en laguna El Trébol, tras largas sobremesas. Corría 1989 y Julio y Nicolás comenzaron las primeras pruebas para elaborar cerveza casera. Experimentaron recetas y procesos de fabricación y diseñaron los primeros equipos de producción. La cerveza la compartían con amigos. En 1992 abrieron la primera "chopería" en el living de los Migoya. Abría las puertas solamente durante el verano, con picadas, salchichas con chucrut y dos cervezas: pilsen y bock. Comenzaron a vender en forma embotellada a algunos hoteles y restaurantes de la zona.
Desvinculados de Invap ambos técnicos decidieron instalar una pequeña planta capaz de producir 4.000 litros por mes. En ella invirtieron el dinero del retiro involuntario, un crédito para microemprendimientos y algunos ahorros. Sus productos pilsen y bock comenzaron a venderse muy bien en restaurantes y hoteles y los barilochenses se entusiasmaron con tomar un chop en su pequeño local, ubicado en el Circuito Chico.
Julio recuerda que había muy poca bibliografía disponible. Tuvieron que recurrir a libros y revistas europeos, generalmente en inglés y alemán. No obstante, sus conocimientos técnicos y su entusiasmo por el producto los convirtieron en muy poco tiempo en expertos en cerveza.
Instalaron su brewpub "Blest" en el kilómetro 11,600 de la avenida Bustillo y también crearon "Pilgrim", en el centro de la ciudad. En temporada baja solían preparar cervezas especiales para compartir con sus amigos residentes. Una de las más recordadas es la "Trochita Stout", que vio la luz en la primavera de 1999. En ese entonces presentaron su copa "maestro cervecero", que permite catar la burbujeante bebida y comprobar su aroma, su color y su espuma en forma óptima.
Durante numerosos veranos la totalidad de la cerveza elaborada se consumía en su brewpub, a un promedio de 100 litros de pilsen y 50 de bock por día.
Julio (55 años) es oriundo de la provincia de Buenos Aires y sus padres y abuelos también nacieron allí. "Los Migoya, vascos franceses, llegaron a la Argentina en 1790", explica Julio. Asegura que entre sus antepasados hubo de todo: soldados, unitarios, curas, obreros, "todo menos hacendados", afirma. Siempre tuvieron que trabajar duro y bregar para salir adelante.
Conoció a Alicia (50) en Buenos Aires, en una clínica donde ella trabajaba, durante una operación de su padre. Al tiempo Julio viajó a Bariloche, pues obtuvo un puesto en la empresa provincial Invap como ingeniero químico. Ella llegó en 1983 y formaron una familia, a la que se sumaron tres hijos: Juan Ernesto (22), quien estudia y trabaja en hotelería y gastronomía; Candela (19), que estudia Odontología en La Plata, y Juan Manuel (16), que cursa el secundario.
La fama de su brewpub "Blest" cruzó las fronteras y en setiembre de 1998 recibieron la visita del periodista inglés Michael Jackson, uno de los mayores especialistas en cerveza y whisky del mundo. En aquel entonces las únicas dos plantas cerveceras en la Patagonia eran Blest y El Bolsón. Jackson visitó ambas y probó sus productos, los cuales merecieron su aprobación e inclusión en sus publicaciones. También pronosticó que las cervecerías proliferarían en la región, ya que "hay condiciones muy favorables para elaborar cerveza artesanal", dijo.
Blest acompaña sus cervezas con buena gastronomía. Los pasteles irlandeses ingresaron al menú en el invierno de 1999. "Somos muy amantes de la música celta y por correlación incluimos en la carta algunos platos típicos", explicó Julio. Hay dos versiones de "pot pie" (pastel), con riñones o con hongos; ambos se preparan con lomo y cerveza negra.
En el 2000 Migoya y Silin crearon el pub Pilgrim, en la calle Palacios, uno de los más visitados en el centro de la ciudad. En el 2003 transfirieron el fondo de comercio de Pilgrim y al año siguiente Silin se alejó del emprendimiento, que actualmente dirigen Julio y su familia. El tradicional brewpub de la avenida Bustillo incluye la planta de elaboración de cerveza y un surtido local de venta de artesanías y regionales.
Blest elabora tradicionalmente cinco variedades de cerveza: pilsen, bock, stout, de frambuesa y scotch ale. Las primeras cuatro se embotellan y la scotch se comercializa solamente en chopera. En temporada alta elaboran 10.000 litros mensuales, los cuales se venden en gran medida en su local. Entre los clientes fijos se destacan el hotel Llao Llao, Pilgrim, Tante Frida, Abuela Goye, El Turista y numerosas cervecerías de Neuquén y esta ciudad. También elaboran la sidra Fruto prohibido, muy ponderada por los residentes.
Julio reconoce estar un poco preocupado por la gran cantidad de emprendimientos cerveceros que tienen lugar en la ciudad ya que "si no se mantiene la calidad, puede ser perjudicial para todos". En tal sentido aboga por que el producto mantenga la calidad de excelencia que permite lograr un producto destacado. A diferencia de lo que sucedía a fines de los ochenta, "hoy hay muchísima información sobre la cerveza en internet", explica. No obstante, esta ventaja también ayuda a que no se requiera tanta especialización, lo que atenta contra la calidad del producto, explica.
Toncek Arko
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