De hecho, en mayo del 2007 se firmó un convenio que permitía exportar 42.000 toneladas de carne por mes (aproximadamente unas 500.000 por año).

Por su parte, el límite de peso de faena se estableció en 240 kilos.

A su vez , se mantuvo una política impositiva activa que intentaba controlar los volúmenes exportables y desdoblar los precios internos respecto de los internacionales.

Este impuesto a las exportaciones derivó en el conflicto entre el gobierno nacional y el sector agropecuario, que llegó a paralizar no sólo la producción de carne vacuna sino toda la economía argentina durante los meses de marzo y abril del año pasado.

En un contexto de tipo de cambio devaluado, precios internacionales de la carne en alza y oferta cárnica inelástica (en el corto y en el mediano plazo), el mercado externo se tornaba mucho más atractivo para la industria de la carne, inclusive a pesar del desincentivo a exportar que implican las retenciones a las exportaciones.

Sin embargo, el estallido de la crisis internacional durante el segundo semestre del 2008 generó un cambio radical en el paradigma existente para los mercados de los commodities.

Dado que la Argentina es un país exportador de materias primas, la caída del precio internacional de los alimentos fue el principal canal transmisor del impacto de la crisis en la economía doméstica: menores precios de commodities, junto con menores cantidades exportadas producto del enfriamiento de la demanda mundial implican menores ingresos de divisas, menores niveles de actividad, menos empleo y, adicionalmente, menos ingresos por retenciones a las exportaciones para el Tesoro nacional.

Paralelamente, la reducción del precio internacional de la carne tiende a amesetar e incluso a reducir el precio de este producto en el mercado local, repercutiendo no sólo en los precios minoristas sino también verticalmente en toda la cadena productiva.

A partir de lo descripto es preciso remarcar que la dinámica de los precios internos de la carne bovina responde a dos factores que se vinculan intrínsecamente y se desarrollarán en las secciones posteriores: por un lado la evolución del precio internacional del producto, que marca la tendencia y ejerce presión a través de la ley del único precio, y por el otro, la oferta local, que impone un límite a través de las cantidades producidas y ofrecidas en el mercado.

Indicador clave

En una de las infografías se muestra cómo el desabastecimiento del mercado interno, junto con el incremento de los precios internacionales de la carne, estimulaba el aumento de los precios domésticos -medidos a través del índice general ONCCA (IGO)- hasta mediados del 2008, en tanto que la tendencia se revertiría durante el segundo semestre del año. El IGO es un índice de precios mayorista de la carne que considera la cantidad de cabezas de ganado que ingresan a los diferentes mercados nacionales diariamente y a las diferentes categorías de animales (novillo, ternera, vaquillona, entre otros) tasando, de esta manera, el precio promedio de cada kilo de carne en los mercados mayoristas.

La serie exhibida verifica lo ya expuesto en los párrafos anteriores: los precios aumentan durante todo el 2007 y el 2008. En abril del 2008, el índice alcanza un nivel máximo de 3,19 (por kilo), lo que da cuenta de una variación interanual del 36,4% y de un incremento del 2,6% respecto del mes anterior (marzo 2008).

En efecto, el precio de la carne se incrementa significativamente durante marzo y abril producto del desabastecimiento que trajo aparejado el conflicto entre el gobierno nacional y el campo.

Sin embargo, excluyendo los incrementos extraordinarios y coyunturales de marzo y abril, se verifica una tendencia alcista en el IGO hasta junio.

Luego, a partir de junio-julio, con la crisis internacional y el enfriamiento de la economía local, el índice se ameseta y presenta una merma del 14% aproximadamente en noviembre del 2008 respecto de abril (mes en el que alcanzaba su máximo valor), ubicándose en los niveles que exhibía durante los últimos meses del 2007.

Es lógico que el comportamiento de los precios mayoristas se refleje directamente en caídas de precios minoristas y, por ende, en el costo de vida de los ciudadanos, más aún si se considera que la carne bovina representa el 18,5% del total de alimentos y bebidas consumidos en los hogares argentinos.

Asimismo, se espera una caída adicional del costo de la carne para los próximos meses como consecuencia del desarrollo de la crisis y de la profundización de la caída del precio de los commodities.

En efecto, se considera que el precio del ganado bovino refleje el comportamiento del costo internacional de los alimentos y, dado que este último ha presentado una caída cercana al 42% entre junio y febrero, es muy probable que el mercado cárnico manifieste una tendencia bajista en el corto y en el mediano plazo.

urante el primer semestre del 2008 y todo el 2007 el gobierno nacional se abocó a la ardua tarea de contener el costo de vida de los argentinos.

No obstante, la inflación se presentaba como el resultado inevitable de las políticas de incentivo a la demanda agregada que se venían ejecutando desde el 2002, junto con niveles de ahorro e inversión insuficientes para responder al crecimiento económico. En este marco, algunos sectores productores de alimentos se vieron involucrados en la puja distributiva que contrastaba, por un lado, la ventaja implícita de un tipo de cambio devaluado (que incentiva exportaciones y protege la producción interna) con la necesidad de controlar los precios internos y abastecer el mercado doméstico. Concretamente, la producción de carne nacional enfrentaba esta disyuntiva, sumida en un contexto internacional de aumento de precios.

En respuesta a las presiones distributivas, la actual administración optó por implementar medidas heterodoxas: cupos a la ex portación, precios internos máximos y límite de peso de faena.

Rentabilidad

Finalmente, antes de analizar la esfera productiva del sector, cabe hacer referencia a la repercusión de los controles de precios y de la crisis internacional en la evolución de la rentabilidad de los criadores. El sector ganadero presenta diferentes márgenes de rentabilidad bruta según la zona geográfica de producción. No obstante, tomando como muestra representativa del sector ganadero los complejos productivos del sudeste de la provincia de Buenos Aires, se observa que la rentabilidad ganadera se redujo un 19% en el 2008, luego de tres años en los cuales el margen por hectárea se había mantenido prácticamente constante en torno de los 50 dólares por hectárea. La reducción de la rentabilidad ganadera se basa en que los ingresos netos cayeron un 13% y los costos aumentaron en el mismo porcentaje.

La caída de los ingresos netos se debe a la baja de los precios. En el 2008, el precio por kilo de los terneros machos producidos se redujo un 18%. Paralelamente, también cayeron los precios de terneras, toros y vacas. Por otro lado, el incremento de costos fue impulsado principalmente por una expansión del gasto en personal y, en menor medida, por el costo de los rollos de pasto. El gasto en personal absorbe una porción creciente de los costos totales desde el 2004, convirtiéndose en la cuenta de gastos más dinámica dentro de la estructura de costos de la producción ganadera.

Los precios minoristas

A partir de un relevamiento semanal de los precios de la carne bovina en supermercados minoristas se expone un índice del costo mensual de algunos cortes junto a un índice del precio promedio que incluye productos como asado de ternera, carne picada, nalga de ternera, bife angosto de ternera, vacío de ternera, lomo, cuadrada y paleta de ternera.

Inmediatamente se pone de manifiesto el incremento escalonado que presentan los costos de estos artículos producto del estricto control que ejerce el gobierno nacional. En efecto, los precios máximos forman parte de la política antiinflacionaria que desarrolla el gobierno y la carne es uno de los bienes de referencia cuyo precio se intenta controlar, dada su importancia relativa en la dieta del consumidor medio argentino.

Aumentos

No obstante, los precios de los productos de carnicería muestran un aumento significativo del 32% desde diciembre del 2007 hasta junio del 2008. Luego los precios se mantienen inalterados hasta noviembre para exhibir una merma significativa en algunos cortes, generando una reducción del precio promedio de la carne bovina del 10,2% entre noviembre del 2008 y marzo del 2009.

Si bien no todos los cortes presentan la misma tendencia, el precio del bife de chorizo, vital en los hábitos de consumo cárnico de los argentinos, se ubica por debajo del promedio, con fuertes caídas en torno del 15% entre noviembre del 2008 y marzo del 2009, mientras que el precio minorista de la colita de cuadril se reduce un 32% durante el mismo período.

Obsérvese también que la evolución de estos precios es más sensible y fluctuante que el costo total de la canasta de alimentos y bebidas. Es decir, en las épocas de bonanza de los commodities los precios de la carne vacuna se incrementan por encima del costo total de la canasta alimenticia y viceversa.