Con cerca de 3.000 hectáreas plantadas a lo largo del país, unas 15 viñas apuestan por convertir a Chile en uno de los principales mercados mundiales en la producción de vino orgánico, es decir, sin intervención de químicos desde la siembra de las uvas hasta su fermentación. Para ello Chile cuenta con condiciones ideales: su aislamiento geográfico hace que menos enfermedades afecten las vides y las escasas lluvias en el valle central permiten una baja generación de hongos en las parras.
"Los consumidores están dispuestos a pagar un poco más por un producto por menor impacto en el medio ambiente. Chile es un paraíso para la producción de estas uvas y las viñas están sacando partido a esta condición", explicó a la AFP el enólogo Álvaro Espinoza, pionero en el concepto orgánico en los vinos chilenos. "Se trata de un retorno a lo que era la agricultura antes de la masificación de los productos químicos a comienzos del siglo XX, que en cierto punto plastificaron el sabor real del vino para favorecer una comercialización en masa", agregó.
Espinoza fue parte de los creadores de Emiliana, la primera viña 100% orgánica de Chile, que 60 kilómetros al oeste de Santiago, en el valle de Casablanca, produce uno de los vinos naturales más reconocidos del mercado nacional e internacional: el Coyam, palabra indígena que significa "roble". Coyam, que mezcla cepas como Syrah, Cabernet Sauvignon, Carmenere y Merlot, se transformó en el 2001 en el primer vino orgánico de Chile.
"En los mercados inglés y norteamericano existe un nicho de consumidores que están requiriendo vinos orgánicos que puedan competir con buenos precios y buena calidad", dijo a la AFP Maximiliano Morales, enólogo de AndesWine. En las viñas de Emiliana -visitadas a inicios marzo por el príncipe Carlos y su esposa Camila- las siembras son abonadas con productos minerales y biológicos. Gallinas y alpacas se pasean por las parras aportando el abono que vigoriza las uvas, mientras que flores de vivos colores plantadas en hileras atraen a los insectos que causan las plagas. Otro de los secretos de esta viña, que ya exporta a Estados Unidos, Alemania e Italia, es la agricultura biodinámica, una técnica del siglo pasado que utiliza los ciclos planetarios y estelares en la producción.