La actividad frutícola regional trabaja contrarreloj. Con la temporada de pomáceas a días de comenzar, todavía no están cerrados los acuerdos de prefinanciación que todos los años las empresas sellan con las entidades bancarias.
Esos fondos, que representan alrededor de 30 millones de dólares, son los que permiten impulsar la rueda comercial de la actividad al inicio de cada temporada.
Hoy el mercado financiero está muy complicado. La crisis internacional terminó por limitar los pocos fondos existentes en el sistema. Los bancos son reacios a prestar dinero y, de hacerlo, las condiciones que imponen en la mayoría de los casos son inaceptables. Veamos.
" Por un lado, las tasas de interés que ofrecen los bancos para prefinanciaciones alcanzan niveles muy altos: van del 13 al 17% anual en dólares según la calificación que obtenga la empresa que solicita los fondos. Cuanta mayor solvencia tenga una firma menor será la tasa y viceversa. El costo del dinero en estos niveles resulta, para muchas empresas, prohibitivo.
" Por el otro lado está la posición de algunas entidades financieras de no dar créditos para disminuir su exposición al riesgo. Es que todo el mundo prevé cómo puede comenzar la temporada frutícola pero nadie sabe a ciencia
cierta cómo ha de terminar. Frente a este escenario, los bancos prefieren no arriesgar más de la cuenta y cortan todo tipo de crédito.
Empresarios del sector aseguran que el problema reside en no contar con el dinero necesario para iniciar la temporada, más que en las altas tasas de interés del mercado: "Conseguir fondos a tasas altas sin duda quita rentabilidad a la actividad. Pero no tener disponibilidad de dinero es muy grave, ya que se cortaría la cadena de pagos a nuestros proveedores", confió un ejecutivo regional al ser consultado por el tema.
Para la mayor parte de los empresarios consultados, el problema financiero y comercial será uno de los más duros de resolver este año. Es que la crisis de financiamiento no se limita sólo al país. En los mercados hacia donde va nuestra fruta (Estados Unidos, Rusia y la UE) el problema es peor. Para esta temporada se presume que los anticipos que puedan otorgar los importadores a las empresas de la región serán mucho más acotados en función de que el crédito en los países de destino está virtualmente cortado. La llegada de un barco con fruta al puerto de destino implica que hay que pagar al contado el flete, la logística para bajar la mercadería, la distribución, etcétera. Los importadores pagarán todo esto hasta que los bancos corten los créditos.
En la medida en que se venda se cobrará y también se pagará. Entonces, el problema está dado por el eventual freno que se puede dar en las ventas. Si no hay fluidez en la salida de fruta, los cobros se cortan y, sin crédito en destino, se rompe la cadena de pagos. Obviamente, quien termina pagando los platos rotos dentro de este esquema es la fruta.
Pocos arriesgan cómo evolucionará la temporada. Se deberá trabajar en el día a día para saber cómo cerrará cada semana frutícola en destino. Está claro que hoy el problema a resolver por la actividad, en principio, no será productivo sino más bien comercial.
Se avizora un año complejo, con oportunidades y muchos desafíos. No se embarcará la fruta como en las dos últimas temporadas, a la espera de que se depositen las ventas en las cuentas corrientes de cada empresa; este año habrá que salir a vender y cobrar la fruta: ahí estará la clave.
(Redacción Central)