Sindicatos, productores y frigoríficos olvidaron históricos rencores para unirse en reclamo de políticas que reaviven a la industria de la carne bovina argentina, mundialmente célebre por su calidad, cuya delicada situación se agravó con la crisis financiera mundial.
"La situación está álgida, pero tenemos una capacidad de reacción brutal. Por eso lo que pedimos son reglas claras a largo plazo y que se declare el estado de emergencia en la cadena cárnica", dijo a la AFP Carlos Burelli, secretario adjunto del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Carne del Gran Buenos Aires (SICGBA).
La semana pasada, el SICGBA convocó junto a los productores ganaderos nucleados en la Confederación de Asociaciones Rurales de la provincia de Buenos Aires y la Pampa (Carbap) y el grupo opositor Pampa Sur a lo que llamaron el Foro Rojo de la Crisis Cárnica, en oposición a otro foro agropecuario oficial. En el encuentro, unificaron reclamos al gobierno de Cristina Kirchner, que mantiene tributos a las exportaciones de carne de hasta 15%, lo que es criticado por los ganaderos.
"Hacen falta medidas coyunturales. Lo pide la industria y lo pide el personal. A la situación pre-existente, se suma la crisis mundial", declaró a la AFP Gustavo Hardt, secretario de Comisión de Carnes de Carbap, históricamente antiperonista, que nuclea a productores agropecuarios de la rica Pampa húmeda.
El sindicato SICGBA, alineado con el peronismo disidente, asegura que unos 15.000 de los 52.000 obreros de frigoríficos del país, están actualmente afectados con despidos, suspensiones, retiros voluntarios o vacaciones forzadas. Un informe propio sobre 80 empresas de Buenos
Aires y su periferia, indicó que al 4 de noviembre, estaban en "situación grave" unos 1.760 trabajadores del total de 14.600 empleados en esta región que produce 35% del total de carne bovina del país, y según Burelli, "desde entonces la realidad se agravó".
PUNTO DE INFLEXIÓN
El paro agropecuario entre marzo y julio, en rechazo a un aumento de las retenciones móviles, había puesto en jaque al gobierno y frenado la expansión de la economía, cuando nada hacía prever que el mundo caería en una crisis global iniciada en Estados Unidos.
"Ahora el mercado está virtualmente parado o en default", advirtió Hardt y aseguró que Rusia, el mayor comprador de carne argentina en volumen, "ha renegociado sus contratos o los ha dejado caer, y los contenedores deben regresar al país". En mayo pasado el gobierno dispuso un "encaje productivo exportador" de 75%, es decir que autoriza a exportar el 25% del tonelaje de producción que un frigorífico tiene en existencia.
La medida oficial fue tomada para proteger al mercado local en un producto base de la alimentación de la pobla
ción, y frenar la creciente inflación en medio del vigoroso crecimiento de la economía argentina, a un promedio de casi 9% anual desde 2003.
Hoy, los frigoríficos tienen saturación de stock de reses y subproductos como cueros y menudencias, y se ven obligados a frenar la producción por falta de lugar para almacenar, coincidieron patrones y sindicalistas. Según datos oficiales, el volumen de exportación de productos cárnicos argentinos disminuyó un 21% en el acumulado de enero-septiembre de 2008 en relación al mismo período del año pasado.
En 2007, se exportaron 539.000 toneladas, de las cuales unas 25.000 toneladas correspondientes a la cuota Hilton, frente a las 565.000 toneladas vendidas al exterior en 2006. Carbap alertó además sobre la caída del stock ganadero, por "la falta de rentabilidad de la cría y la comercialización", y sobre la consecuente reducción del peso del ganado faenado. "En menos de un año se perdieron 2,5 millones de cabezas de ganado. Hoy estamos en 52,5 millones en Argentina", advirtió Hardt y recordó que en este país de 40 millones de habitantes el consumo promedio per capita es de 75kg de carne vacuna al año.
La liquidación de vientres continúa acentuándose en la Argentina lo que predice que en muy poco tiempo más los stocks ganaderos se ubicarán por debajo de las 50 millones de cabezas. Los analistas señalan en este sentido que, de mantenerse estas tendencias a partir de 2010, el país deberá comenzar a importar carne para poder sostener su mercado interno. Un dato que muestra la ineficiencia de las medidas regulatorias oficiales para controlar el mercado de la carne. (AFP/Redacción Central)