Hasta fines del siglo XVIII la raza Hereford, creada en Herefordshire, Gran Bretaña, era destinada en su mayor parte a bueyes de tiro.
A poco de valorarse sus características carniceras, se comenzó a presentar en las exposiciones. Recién a partir de 1850 se la definió como de cara blanca y cuerpo rojizo. Previamente se aceptaban otros colores, aunque ya se trabajaba intensamente en su transformación de animal de carga a animal de carne.
En 1878 se formó la Hereford Herd Book Society y a fines del siglo XIX surgieron los primeros toros típicamente Hereford, tal como se los conoce en la actualidad. En 1883 se prohibió el registro de animales que no tuvieran progenitores registrados. Ello permitió un mejoramiento genético. Hasta entonces eran de fea cabeza, angosta y alargada; ojos adormecidos, sin fuerza masculina, pesados, de poca libido, mal aplomados, tropezadores y poco caminadores. Sufrían de artrosis y se rompían tempranamente; eran angostos, lavados, sin arco de costilla. Producían madres magras, con poca leche y pobre relación ingesta/carne.
Lo cierto es que el progreso de la raza, a lo largo del siglo XIX y hasta la formación de la Hereford Book Society, fue lento.
Pasar de los toros de mediados del siglo XIX a los de mediados del XX requirió del uso prudente de la consanguinidad sobre pocas familias de reproductores, ya que su uso indiscriminado pudo haber traído problemas de falta de virilidad y enanismo, tal como ocurrió en una vasta zona de Estados Unidos entre las décadas de 1920 y 1960.
En 1924 se fundó la Asociación Argentina de Criadores de Hereford, que desde entonces ha acompañado la acción individual de los criadores en un marco institucional.
La exportación británica hacia la Argentina comenzó con fuerza hacia 1930. Las cabañas Tarrington y The Vern fueron las proveedoras favoritas desde el Reino Unido. Por el lado argentino, las cabañas de los Pereyra Iraola y Duggan eran las mayores importadoras.
Entre 1920 y 1960 se produjo un enorme progreso en el Reino Unido, Argentina y Uruguay. Vern Robert (1939) fue el toro de mayor influencia en el mejoramiento de la raza en el siglo XX e hizo del Capt. Q. De Quincey el más famoso cabañero, no sólo de Inglaterra sino del mundo. Como director del Hereford Herd Book Society tuvo decisiva influencia en el tipo de Hereford que se debía criar. Definía así al toro que debía buscarse: "Cabeza: morro ancho, ojos vivaces, orejas separadas, cogote corto, buen testuz. Ello demuestra potencial masculino, buena libido con garantías de transmitir su biotipo. Líneas inferiores y superiores paralelas. Aplomos separados de buen hueso que determina anchura. Caja y cuartos profundos que muestran musculatura, engrasada y buenos testículos".
Cabría agregar que el excesivo color rojizo oscuro que con frecuencia cubría las cuatro patas no era deseable: la raza Hereford exigía blanco en la cabeza, parte del lomo y las cuatro patas. La mano colorada era motivo de rechazo.
Éstos fueron los principios que predominaron a lo largo de buena parte del siglo pasado. Los tiempos futuros demandan razas consistentes, con calidad y genética probada y programas de carne integrados, asociaciones fuertes y representativas.
Aquellos con mayor consistencia genética, caracterización y previsibilidad serán los que maximicen los beneficios que aportan la selección y cruzamiento.