Manuel Mendoza no ha sido un militante consuetudinario. No. Comenzó su tránsito por las asociaciones que nuclean a los productores con la crisis del 2001. Aun así, ha hecho gestiones intensas en el sector durante estos años.
Manuel tiene 48 años, es un hombre simple y reconocido entre sus colegas por ser trabajador y honesto. Es un productor de alma, hasta parece ajeno o extraño a los escenarios políticos que ocasionalmente transita. Admite que llegó a la actividad gremial por una fuerte necesidad de hacer algo cuando la crisis del 2001 transitaba su recta más dramática. Quería hacer algo por el sector y algo por los demás. Creyó que ése era el lugar más adecuado y en el 2006 fue elegido presidente de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén.
No puede sustraerse de la realidad y a la invitación de contar su vida de productor suma el tema que atravesó la semana: el virtual cierre del mercado ruso para la fruta del Valle.
"Mi viejo era bastante de avanzada. Fijate que por los '80 estuvo tratando de agrupar a productores para vender. Consiguieron comercializar su producción al Hogar Obrero; después el grupo buscó vender a galpones y frigoríficos, porque se dieron cuenta de que la cosa iba para ese lado. Le vendieron a Expofrut en el '83 y después, a otras firmas".
"La primera vez que mi viejo me consultó a mí algo de la chacra yo tendría 17 ó 18 años. Con los años me dio toda su confianza. Yo aprendí con él algo fundamental: a ser flexible con la producción, es una actividad dinámica y uno tiene que aprender a adaptarse a los cambios para vender; tiene que reconvertir, usar nuevas técnicas, nuevos productos. Fijate qué pasó esta semana con el tema Rusia. La gente se sorprendió, pero lo cierto es que no era una novedad para el sector que Rusia se iba a poner dura.
"Se sabía desde hacía tiempo que Rusia quería firmar ese protocolo de entendimiento con otros países. Sabíamos que ellos tienen el momento justo para presionar las bilaterales, lo hicieron con Turquía y otros países. La gente del cítrico es la que hoy está más complicada porque seguramente hay embarques en tránsito a Rusia. Nosotros todavía tenemos margen.
"Partamos de la idea de que Rusia necesita comprar determinados alimentos pero lo quiere hacer en determinadas condiciones de salubridad. Las condiciones son difíciles, pero no son imposibles. Y nosotros tenemos que ir a lo que nos pide el mundo. ¿Por qué esperar a que todos nos peguen? Acá pasan varias cosas, es una cadena. En el Valle todavía hay empresarios que se quieren manejar como lo hacían hace 30 años atrás. Ellos no invierten para ajustarse a los requerimientos del mercado, y por lo tanto no exigen a sus productores que se adapten a las nuevas imposiciones de los países compradores.
"Acá hay mucho por hacer, Estado, empresarios y productores. Tenemos que hacer, por ejemplo, un sistema de mitigación de riesgos que nos sirva para México, Brasil, Estados Unidos, Rusia, Medio Oriente, India, los potenciales mercados. Pero no es fácil; hay gente que no quiere hablar de esto porque implica poner al desnudo la fruticultura valletana y mostrar las virtudes y los defectos. Yo creo que hay que hacerlo, es nuestra obligación hacerlo, hay que desnudarse para optimizar nuestros productos cuidando la salud de nuestros destinatarios. Podemos trabajar en conjunto con el Estado y con los galponeros para trabajar mejor y vender mejor", expresó.
(S. Y.)