Nunca pensé en este momento. Es más: estar sentado escribiendo en una computadora sobre la partida de "Nino" Bocchi no es un tema fácil para mí, pero supongo que tengo el deber de transmitir a la sociedad quién fue este empresario alemán, alguien de perfil muy bajo y carácter fuerte pero leal con el entorno que lo acompañó hasta sus últimos días.

"Nino" fue un pionero en todo el sentido de la palabra. Por un lado, fue quien comenzó a trabajar el tema de la fruta saliendo de los cánones tradicionales. Solía decirnos al finalizar cada reunión: "Nosotros no tenemos que vender fruta, tenemos que vender un servicio". Cuando era una costumbre cerrar las ventas de frutas con los brokers del mercado mayorista en Holanda y Bélgica, "Nino" ya estaba trabajando con las ventas directas a los supermercados, reduciendo los costos y mejorando el servicio a prestar.

Por otro lado, vio en la Argentina una posibilidad para expandir su negocio. Y, sin lugar a dudas, la decisión de invertir en el país fue acertada pese a que parte de sus socios no entendía su persistencia en apostar por estas lejanas tierras del hemisferio sur.

Pienso que no me equivoco si digo que "Nino" fue el inversor más grande que tuvo la Argentina en materia de fruticultura. A la fecha Expofrut cuenta en su haber con un capital superior a los 200 millones de dólares y da trabajo a más de 8.500 personas en los picos de la temporada.

Siempre apostó por el país. No tomó en cuenta las crisis económicas recurrentes por las que pasó la Argentina y las utilidades generadas en cada una de las temporadas fueron reinvertidas. Cada peso que salió de estas tierras volvió a la producción. De ahí el éxito que tuvo Expofrut a lo largo de estos años. La hiperinflación de 1989, la toma de depósitos de 1990, la entrada de la convertibilidad en el '91, los problemas de costos y financiamiento durante el 1 a 1, la crisis del 2000 y el corralito de un año después no pudieron con su optimismo y su decisión de seguir invirtiendo en el país. Su carácter le impedía bajar los brazos en los momentos críticos.

"Nino" llegó a la Argentina y compró sus primeras 100 hectáreas productivas a mediados de 1987; fue la chacra 187, al lado de Canale. A partir de ese momento no cesó de invertir. Vino la compra de Expofrut. Luego llegó el emprendimiento de Chimpay, con las uvas de mesa más australes del mundo y la tecnología en la producción de peras y manzanas. Le siguió la puesta en marcha del proyecto "Curundú", que llevó una millonaria inversión a toda la región del Valle Medio. Nació San Juan como el primer polo en producción de uva de mesa para exportación y, por último, la fusión con el Grupo Univeg, parte de su estrategia para complementarse con otras empresas y dar una continuidad a su obra, que se mantendrá de la mano -ahora- de Hein Deprez (en la foto, junto a Nino), titular del grupo.

La visión de "Nino" siempre fue positiva: "Argentina tiene todos los climas para producir lo que sea. No podemos dejar de mirar a este espléndido país como uno de los abastecedores de fruta del mundo", me comentaba mientras recorríamos parte de lo que era el desierto de San Juan y hoy es el polo productivo más importante de uva de mesa del país.

Es difícil escribir todo lo que uno vivió al lado de este gran empresario. Más difícil aún es intentar explicarlo.

Con sus 67 años y una cruel enfermedad a cuestas, "Nino" dejó este mundo plagado de contradicciones. Hasta último momento siguió ligado al comercio de la fruticultura; es que no entraba en su filosofía de vida dejar de trabajar. Los grandes innovadores y pioneros terminan muriendo en "su salsa": trabajando. No tienen margen para hacer otra cosa.

Intento con esto dar a conocer la obra de Giovanni "Nino" Bocchi en la Argentina y todo lo que hizo por la fruticultura del Valle. Sé que en muchos casos las palabras no alcanzan para describir la obra de una persona. Soy consciente de que éste es uno de esos casos.

Con estas palabras no sólo quiero despedir a "un grande" sino también a un amigo.

ALBERTO LACAZE (*)

(*) Presidente de Expofrut SA