Se habilita otra temporada de riego.
Desde hace 15 años el sistema de provisión del Alto Valle es manejado por consorcios integrados por sus propios interesados: los productores. Todos han venido cumpliendo su compromiso de mantener el sistema y la distribución del agua.
Por distintos motivos algunos consorcios realizaron más mejoras que otros, pero todos hasta hoy desempeñaron una labor imprescindible para lograr una mayor y mejor producción agropecuaria.
El sistema de riego del Alto Valle acarrea un uso de más de ocho décadas; esto significa que año tras año las reparaciones que requiere son mayores. Pero desde que empezó a trabajar la represa de Cerros Colorados el problema se fue agravando en forma alarmante por el impacto que producen las aguas claras.
Al detener los cursos y llenar los lagos, la represa hace que el agua venga clara, sin el sedimento que traía antes y que servía, precisamente, como sedimentador de las paredes de los canales.
Por un lado, esto contribuía a que los canales no tuvieran tantas pérdidas y por otro, la claridad del agua permite que los rayos solares lleguen hasta el fondo de los cauces y estimulen el crecimiento de malezas acuáticas como lama, baba de sapo y otras que perjudican el sistema y generan un gasto mayor, ya que hay que reiterar la limpieza durante la temporada.
En el 2000 el CFI realizó un estudio técnico que reflejó lo que veníamos sosteniendo los que tenemos a cargo el mantenimiento del servicio en cuanto a las pérdidas que se producen en la producción a raíz de este cambio ambiental.
Creo que el sentido de la inversión para realizar el estudio mencionado sin duda fue conocer las causas y tomar los recaudos necesarios para corregir los efectos negativos de las represas en los sistemas de riego y en la sociedad.
Debemos reconocer que las represas generan múltiples beneficios, pero también tenemos que ser conscientes del incremento de los costos de mantenimiento en el sistema de riego que afrontan los productores.
Desde que tomamos conocimiento del problema los consorcios venimos planteando esta situación. Consideramos que la principal actividad del Alto Valle, que permite mantener más de 80.000 puestos de trabajo en forma directa e indirecta, requiere que este tema se regule en forma orgánica, ya que no se solucionará con un aporte discrecional y esporádico de fondos para paliar la coyuntura.
Desde hace algunos años venimos solicitando una reunión con nuestros legisladores con la finalidad de consensuar una legislación acorde con la importancia que tiene este problema, que se agrava con el tiempo y produce un mayor costo de mantenimiento.
La explotación de las represas deja a nuestro Estado ingresos importantes, según informaciones periodísticas. De éstos u otros recursos se deben destinar montos definidos a los consorcios en forma directa y constante con fines específicos para intriducir mejoras puntuales en el sistema. Estos aportes servirían también para compensar el daño provocado y contribuirían a que los consorcios pudieran afrontar las mejoras indispensables de acuerdo con el panorama descripto en el estudio del efecto de las aguas claras.
La otra manera sería seguir con recursos propios: esto significaría que al costo de mantenimiento se debería agregar lo que fuera necesario mejorar. La suma de la inversión en mejoras y en mantenimiento daría por resultado el importe a pagar por el productor, que sería dos o tres veces mayor que lo que hoy se paga por el canon. Este aumento significaría para varios productores la expulsión de la actividad.
ÁNGEL MARCELO SPAMPANI (*)
(*) Presidente del Consorcio de Riego de General Roca