Contábamos en la edición anterior que en 1890 Jarred Augustus Jones había iniciado la primera explotación ganadera a orillas del lago Nahuel Huapi. En el límite entre Río Negro y Neuquén, se convertía en el primer hombre blanco en asentarse donde nace el Limay.
Por esa fecha, Jones ya estaba completamente convencido de que había encontrado su lugar en el mundo. Lo acompañaron a dar sus primeros pasos en la región de los lagos su sobrino, Andrew Stone, Martín Shefield y Pedro Murray, todos norteamericanos.
En 1897, cerca de donde Jones había construido la primera vivienda para alojarse, levantaron con Pedro Murray un comercio: "La Carolina", negocio de ramos generales, fonda y paso obligado de todo viajero en tránsito hacia el sur. En 1895 había abierto su comercio Carlos Wiederhold, considerado fundador de Bariloche.
En 1902, el gobierno nacional creaba por decreto la Colonia Pastoril Nahuel Huapi y hacía una reserva para pueblo en el "paraje San Carlos". En adelante esa fecha se consideró la de la fundación del asentamiento. Para entonces el lugar ya tenía un destacamento militar, otro policial, un Juzgado de Paz y unos 300 habitantes.
En los primeros años del siglo la economía de la zona se basaba en el comercio con Chile. Desde su afincamiento allí, Jones se había dedicado a la ganadería y a hacer transporte de cargas hacia Chile (Osorno), San Antonio Oeste y Madryn. Durante esos años pasó por varios rubros hasta 1915, cuando sumó un servicio más: transporte de pasajeros.
Cuando Jarred volvió a su tierra (Estados Unidos) ya era un estanciero exitoso. En aquel viaje de regreso a Texas hizo una visita a Detroit, donde adquirió su primer Ford. Cuentan que Jarred le explicó al vendedor que vivía en un lugar de la Patagonia donde no había autos. El vendedor le sugirió que llevara dos para tener uno de repuesto o, en el peor de los casos, repuestos para uno. Jarred lo meditó y en medio de sus dudas el vendedor le ofertó tres autos al precio de dos. Jarred aceptó. Meses más tarde llegaron desarmados en cajas con un técnico que los montó en destino. Los autos de Jones fueron los primeros en ese lugar de la cordillera.
Con uno de ellos se puso en marcha "La Veloz", la primera empresa de transporte de pasajeros que funcionó en la región, fundada en 1914 por
Amaranto Suárez en sociedad con Jarred Jones. Hacía el trayecto Neuquén- Bariloche.
Para esa fecha, Bariloche ya estaba en los mapas y los rieles todavía no alcanzaban el Nahuel Huapi (lo hicieron en 1934).
Contábamos que Jones, en uno de esos arreos a Chile, había conocido a Bárbara Draschler. Después de conocerse, ella preparó su baúl y se fue con él. Con el tiempo la familia de Bárbara se radicó en el Nahuel Huapi. Jarred murió a los 93 años y dejó en la zona ocho hijos: Juan (hijo suyo nacido en Junín), Justo (1899), Jarred (murió al nacer), Matilde (1901), Nora, Andrés, Duke y Charly.
Durante los primeros años del siglo, los angloparlantes eran muchos en proporción con los locales. "Excepto nosotros, norteamericanos no quedó ninguno -explica Gini, hija de Andrés Jones-; aun así había todo un mundo de habla inglesa en este lugar". De hecho, hubo una escuela para los niños angloparlantes. Estaba en Península Huemul, en un lugar conocido como "Puerto Colegio". En 1908 contrataron a un maestro, Gordon Bowman, quien llegó especialmente desde Inglaterra para instruir a los niños de las familias inglesas y norteamericanas.
El vínculo entre ellos se sostenía en una comunidad de intereses y de lengua. Los ingleses que trabajaban en estancias patagónicas como parte de su sueldo tenían pago el colegio de sus hijos. "Yo era directora del Colegio Woodville cuando había internado; en él vivían los niños que venían de las estancias", relata Edith Jones. Este colegio fue el sucesor del que había funcionado en Península Huemul a principios de siglo.
Los hijos y nietos de los Jones también pasaron por colegios ingleses. Andrés empezó la escuela en Bariloche. "Lo acompañaba un peón hasta el Ñirihuau a caballo, cruzaban el río y cuando se quedaban tranquilos de que el chico no se había ahogado, seguía solo los 25 kilómetros", cuenta su esposa. Se iba el lunes y regresaba el viernes. Se quedaba en la casa del gerente del Banco Nación. En tercer grado, cuando el menor -Charly- empezó la escuela, los mandaron a Buenos Aires a un colegio inglés.
Andrés terminó sus estudios en Buenos Aires y regresó a Bariloche. Se casó con Edith Raquel Jones Casamiquela. Ella y sus hijas Gini y Carol son quienes reconstruyen hoy la historia de la familia en un capítulo que llega hasta el presente.
Edith es Jones de Jones, nieta de galeses. "Mi abuelo vino de Gales en 1890 para trabajar en el ferrocarril. Mi papá trabajaba en una empresa naviera que tenía una oficina en San Antonio Oeste; ahí conoció a mi mamá y por ese motivo yo nací allí".
La casa que habita la esposa de Andrés Jones, quien falleció hace unos años, fue el primer boliche que tuvo Jarred, construido en 1890. "Contaba mi suegro que la casa primitiva la hizo del otro lado del Limay, pero enseguida se dio cuenta de que tenía que tener comunicación con la otra orilla e hizo una balsa. El primer boliche fue ese galponcito que pronto le quedó chico; lo dejó como depósito y construyó esta casa, en la que vivimos siempre". El boliche cerró en 1930 y años más tarde se convirtió en uno de los paradores más clásicos del circuito turístico zonal.
Edith conoció a Andrés Jones en Bariloche. Su madre quedó viuda y dejó San Antonio para vivir cerca de sus hermanos en Buenos Aires. "Odié cada minuto que estuve allá. Soñaba con vivir en el interior. Mi madre murió y yo me quedé en Buenos Aires con mi hermano, pero ese año le tocó hacer la conscripción y aproveché esa circunstancia para
huir. Fui al Ministerio de Educación para ofrecerme como maestra, para que me mandaran a cualquier lugar de la Argentina. Cuando me preguntaron si estaba afiliada les dije que no. Nunca me llamaron. Pero no desistí. Tenía unos amigos acá, don Antonio Seco, su señora y su hija Fanny. Llegué en los primeros días de 1953 y me quedé gracias a la escuela alemana. Ese año se había reabierto esa escuela, cerrada cuando Argentina le había declarado la guerra a Hitler. Después vino la revolución del '55 y me nombraron en una escuela pública.
"El día siguiente a mi llegada conocí a quien sería mi marido. Fue en la oficina de don Antonio Seco, quien se dedicaba a la compra y venta de campos. Andrés iba a cada rato a Bariloche y ese día estaba visitando a Seco justo cuando fui yo. Me quedé fascinada. Dije 'Éste es'. Nos casamos y tuvimos cuatro hijos: Carol, Virginia, Martín y Justo. Cuando vine a vivir acá había 12.000 personas; todos nos conocíamos. Así conocí a mis suegros. Cuatro años después de mi llegada murió don Jarred. Era un hombre de carácter. Entonces tenía más de 90 años. Él vivía en esta casa y su esposa, en Tequel Malal. No vivían juntos porque ambos eran personas de carácter, no eran fáciles y habían decidido vivir en casas separadas, pero se comunicaban por teléfono a diario.
"Nos íbamos a casar el mes en que murió, pero por esa circunstancia postergamos la boda por tres meses. Para entonces Jarred ya no hacía vida de estancia. Sus hijos sí, casi todos. Sus hijas eran buenas jinetes y tiradoras. Ellas eran conocidas entre la paisanada, mujeres de armas llevar, un poco amazonas", cuenta Edith.
Quien heredó ese carácter es Carol Jones, que desde hace años se dedica a hacer cabalgatas turísticas por el Nahuel Huapi y el campo de veranada de la familia Ñirihuau. La veranada es un campo que está a la altura de la plataforma 1200 del Catedral. "Mi suegro lo usó como veranada, era un campo fiscal, pagaba pastaje y llevaba sus vacas; cuando la provincia lo puso en venta, lo compró".
Tequel Malal, la estancia de Jarred Jones, tenía 10.000 hectáreas. Al morir él se dividió en tres: Andrés Jones se quedó con una parte ("Ganadera Nahuel Huapi"), Charly conservó la parte de la estancia que tenía el casco y Duke Jones, la situada más cerca de Villa La Angostura. Allí siguen los Jones contando su historia de pioneros. Frente al Nahuel Huapi y a la sombra de alguna sequoia que les recuerda su origen.
SUSANA YAPPERT
sy@fruticulturasur.com