Alfredo tiene un amigo inseparable. Se trata de Guido Otero, a quien conoció cuando ambos eran cadetes de la Secretaría de Comunicación de Río Negro. Trabajan juntos desde hace 15 años, por lo que entablaron una sociedad en los papeles y en los hechos basada en el trabajo codo a codo.
Muchas veces tuvieron que soportar copiosas precipitaciones y resguardarse en los montes de piquillín. Disfrutar del aire libre, aunque sea con cascos y guantes bajo 40 grados de calor, no les hace mella.
Tienen vivencias como para escribir varios tomos.
En una oportunidad Guido estaba arreglando un caño a 34 metros de profundidad. Alfredo lo asistía sosteniendo una soga cuando, en forma imprevista, tuvo una urgencia fisiológica. En ese preciso momento una víbora de más de un metro quiso volver a la superficie reptando por dentro del pantalón de Otero, quien tuvo que arreglarse solo: tomó una pinza y apretó hasta que el ofidio decidió retroceder.
El dúo está preparado como los boy scouts: siempre listo. En el 2001 las cloacas desbordaban y ponían en riesgo los cimientos del hotel Ancona de Río Colorado. Cavaron a mano ocho pozos durante cuatro días. Luego hubo que remediar las callosidades. "Nos pasó de todo. No bien terminamos el trabajo viajamos a Sierra Colorada a correr una competencia automovilística de safari... ¡y encima volcamos!", rememora Guido.