Para la ingeniera agrónoma María Rosa Lanari la experiencia que se está desarrollando con los productores caprinos ha mostrado un crecimiento progresivo. A través del mejoramiento de la práctica productiva se ha llegado a obtener un cashmere de alta calidad que incluso ha respondido muy bien a pruebas industriales.
A continuación, una entrevista concedida por la profesional, en la que hace referencia al trabajo que se desarrolla en el norte neuquino.
-¿En qué año se descubrió que la fibra cashmere podía ser una alternativa a la producción de carne de chivito en el norte neuquino?
-El cashmere fue identificado por primera vez por Luis Scaraffía (técnico del proyecto caprino en la Agencia INTA Zapala) en 1992. Él realizó los primeros relevamientos y muestreos de fibras. La producción se inició en el 2004 luego de introducir los peines, originarios de Mongolia.
-¿Cómo se obtiene la fibra?
-Se puede obtener por esquila, como ocurre con la lana de oveja, o a través del peinado. Si bien ambas técnicas son posibles, en el sistema de producción tradicional del norte neuquino las inclemencias climáticas en el período de colecta hacen del peinado el modo más apropiado de cosechar. Por otro lado, es la forma en que el productor puede agregar valor y mejorar la rentabilidad del producto, ya que mediante este sistema colecta únicamente el cashmere, no el pelo.
-¿Cómo es la técnica de colecta por peinado?
-Es una técnica de fácil adopción, los peines son simples y el peinado lo puede hacer cualquier integrante de la familia. Además, no se necesitan instalaciones específicas. De todos modos la recolección se ha iniciado en forma paulatina, a partir de categorías secas, con la precaución de no molestar a las chivas en su último tercio de gestación. Al pasar el peine se saca la fibra que está mudando. El trabajo se puede repetir entre dos y cuatro veces con el mismo animal; así se obtiene fibra limpia con poca contaminación de fibras gruesas. Este producto se comercializa con un valor agregado, ya que el rendimiento de cashmere es cercano al 90%. Y los animales quedan protegidos porque no se les saca todo el vellón, como ocurre con una esquila.
-¿En qué momento del año se realiza el peinado?
-El momento oportuno para cosechar la fibra se da entre agosto y octubre, que es el momento natural de muda y coincide con un período crítico dentro del sistema tradicional: es el fin del invierno, el recurso forrajero es escaso, las cabras están preñadas y por parir y el clima es generalmente adverso. Aun así, los animales peinados no han mostrado problemas en la parición ni en relación con su adaptación a las condiciones ambientales.
-¿Cómo recibió el criancero esta alternativa productiva?
-Los crianceros se sumaron progresivamente, gracias a la difusión que se ha hecho desde la Agencia de Extensión Rural del INTA Chos Malal y alentados por la posibilidad de sumar ingresos genuinos gracias a sus animales.
-¿Cómo es el acopio?
-Hasta el momento los productores peinan y acopian lo propio en bolsas de plástico; luego, al momento de la entrega se pesan los bolsones clasificados por color y el productor recibe una parte del valor a modo de prefinanciación. La fibra se acopia en el INTA Bariloche, donde se hacen los análisis de calidad en el laboratorio de fibras textiles y se comercializa en forma conjunta previa decisión de los productores, tras lo cual reciben, una vez efectuada la operación, el resto del dinero.
-¿Qué usos puede tener esta fibra?
-Si pensamos en la cadena de valor desde el animal hasta un producto, podemos hablar de fibra cruda o vellón sucio, que tiene bajo valor y que requiere necesariamente de un descerdado para separar la fibra fina de la gruesa. En este caso los rendimientos de fibra fina varían entre el 15 y el 25%. Si se colecta por peinado tenemos un producto con mayor valor, con un rinde del 90 al 99% de fibra fina y que se puede procesar en hilados manuales o industriales aun sin descerdar. Un valor todavía mayor lo da la fibra descerdada, es decir, sin fibras gruesas. El cashmere neuquino es de alta calidad, similar al que se produce en Asia Central, y presenta una gama de colores naturales muy atractiva. Las pruebas que se han hecho para agregar valor al producto apuntaron a obtener hilados y tejidos artesanales e industriales que respondan a la demanda de diseñadores que, en la actualidad, buscan materiales especiales, de alta calidad y con identidad propia.