El Congreso de Estados Unidos acordó el texto para la nueva Ley Agraria (Farm Bill) que regirá por cinco años a partir del 2009. Son programas obligatorios que se complementan con planes anuales.
El presupuesto de la nueva ley estipula algo más de 300.000 millones de dólares para el lustro y cambia el carácter de los productores que serán favorecidos. El régimen anterior consideraba "elegibles" a los productores cuyos ingresos brutos agropecuarios fueran de 2,5 millones de dólares o menos por año. Esto hizo que los subsidios se dirigieran hacia los grandes productores, particularmente de maíz, algodón y arroz, muchos de los cuales recibieron pagos superiores al millón de dólares, lo que provocó una mayor concentración de la tierra en grandes propietarios.
La nueva ley fija el límite superior de ingresos brutos para quienes facturen 500.000 dólares o menos por año en sus explotaciones.
En Estados Unidos hay aproximadamente 2,2 millones de explotaciones agropecuarias. Las grandes propiedades son cerca de 205.000 y conforman el 75% de la producción. La agricultura "familiar" comprende unos 1,4 millones de explotaciones donde gran parte de los ingresos proviene de fuentes no agrícolas. Existe un grupo intermedio del 9% con 528.000 explotaciones (EAP).
Por otra parte, la ley otorga recursos para programas destinados a mejorar la nutrición de las poblaciones más pobres y vulnerables en los centros urbanos. Del presupuesto federal, en la nueva ley el 60% de los recursos se direcciona a los programas de nutrición; el 25%, a los subsidios para proteger los ingresos rurales; el 10%, a programas de conservación y medio ambiente y el 5%, a la investigación agrícola y el desarrollo rural.
Estados Unidos orienta así las ayudas y subsidios hacia los consumidores pobres y vulnerables. Se establecen cupones de alimentos que se estima llegarán a 30 millones de personas y familias y, en segundo término, a los agricultores de menores ingresos o que sufran desastres naturales.
Esto sucede en la economía más poderosa y desarrollada del mundo. En decenas de países de África y Asia, el aumento del precio de los alimentos exige ya la implementación de subsidios directos a las familias de bajos ingresos. Como ha señalado la FAO, suman más de 800 millones las personas que padecen hambre y están dadas todas las condiciones para que los países productores que puedan potenciar su oferta así lo hagan.
Con esta nueva línea de subsidios al agro, Estados Unidos apuesta a la nueva oportunidad que da el mercado.
(C. C. G.)