A través de la colección de los periódicos regionales de los años previos a la crisis del '30 puede reconstruirse la atmósfera que en esos años se vivía en la Norpatagonia. A esta época nos referiremos en las próximas columnas.
A la crisis económica mundial se sumó la crisis política argentina que terminó en el primer golpe de Estado. Estos acontecimientos repercutieron profundamente en las colonias agrícolas, que habían sido un poderoso foco de atracción de inmigrantes y colonos que habían llegado a esta región en las primeras décadas del siglo.
Veamos qué ocurría en el sector más dinámico de la economía regional. En 1927 se registraban dificultades para exportar uvas (principalmente a Estados Unidos) pero, en general, el sector siguió creciendo y ganando mercados. De hecho, la producción frutícola exportable de 1927 se duplicó con respecto al año anterior.
Ese año la Federación Agraria inauguraba su sede en Rosario, uno de los escenarios de la crisis que el campo sufrió por entonces; J. A. Doléris presentaba en Buenos Aires su libro "El Nilo argentino", donde exaltaba las virtudes de esta región del mundo; la Sociedad Rural celebraba sus 40 años de existencia y un informe publicado por la Junta de Horticultura de Estados Unidos aseguraba que la Argentina ocupaba el primer lugar entre los países que enviaban frutas y verduras a ese destino.
El país del Norte era fuente de malas noticias. En 1927 la Justicia condenó a la horca a dos inmigrantes italianos, lo que causó una profunda conmoción y movilizaciones en contra de la medida en todo el mundo, inclusive entre los italianos de esta región.
Neuquén, en tanto, seguía con su optimismo intacto con respecto a su riqueza petrolera, la cual se convirtió en el atractivo fundamental de la zona, seguido por el turismo, que iba en aumento.
1928 se abrió con buenas perspectivas para la fruta de Río Negro y Neuquén aunque el sector siguió lamentando las fallas sanitarias y de logística y la ausencia de buenos créditos para desarrollar más velozmente la actividad. Pero otras tormentas amenazaban las exportaciones argentinas; justamente, eran las barreras que les imponían los países compradores como consecuencia de una crisis económica mundial que emitía señales de alarma. Frente a estas nuevas dificultades, desde las organizaciones locales se incentivaba al cooperativismo, al desarrollo de la industrialización regional y a la intervención del Estado para defender a los exportadores. El año cerró con las elecciones presidenciales que le dieron el segundo triunfo a Hipólito Yrigoyen.
En 1929 el "malestar agrario" fue una constante en las tapas de los diarios del país. Las causas eran múltiples: tarifas de transporte por las nubes, exportaciones en picada y arriendos elevados, entre otras. "No deja de ser chocante que mientras se valoriza el suelo, con rentas para los terratenientes, y hacen pingües negocios los ferrocarriles, empresas industriales, sociedades anónimas, especuladores hipotecarios, acaparadores de alimentos, cerealistas, etcétera, soporte el país una temible crisis agrícola", editorializaba este diario el 31 de octubre. Unos días más tarde, las críticas se dirigieron a la Sociedad Rural. Bajo el título "Ganaderos y agricultores", afirmaba el "Río Negro": "Resulta ahora que en el seno de la sociedad rural argentina no faltan los hombres que ven claro y lejos y confiesan el fracaso del programa de solidaridad agrícola-ganadero porque, en primer término, los hacendados no son capaces aun de cuidar sus propios intereses y menos pueden pretender la redención económica de los pequeños productores de la chacra, de la granja, de la quinta".
Ése fue -además- un año de condiciones climáticas adversas, con heladas en esta región. Otras calamidades afectaron a La Pampa, se acentuó la crisis de la industria azucarera en Tucumán, el precio de la lana se precipitó para desgracia de los territorios patagónicos y -además- se registró un terremoto en Mendoza. Éstos fueron un poco los presagios, las primeras gotas de una crisis que tuvo por delante unos años más de destrucción.
(S. Y.)