La pequeña producción agropecuaria ha dejado de ser rentable ante el desarrollo tecnológico de las últimas décadas y por falta de escala. Ningún pequeño productor pampeano puede disponer de una sembradora y menos aún de una cosechadora para su pequeña superficie rural.
Ha quedado planteada así una situación estructural que permite que un inversionista, sin ser propietario, alquile y trabaje distintas unidades de explotación. De este modo, un arrendador mediano puede trabajar hasta 1.000 hectáreas y un pool, hasta 150.000 hectáreas reunidas o más.
A diferencia del gran movimiento del "Grito de Alcorta" hace casi un siglo -una revuelta de los arrendatarios por el alto costo de la tierra-, hoy son los pequeños y medianos propietarios quienes sufren la pérdida de rentabilidad.
Ha quedado abierto así en el país un gran debate sobre el destino de los cuantiosos fondos que recibe el gobierno a través de las retenciones, un "impuesto aduanero" que reactualiza la histórica cuestión del federalismo y el centralismo.
Nada volverá a ser igual en el campo después de esta crisis, al margen de quién gane la primera "pulseada". Las provincias productoras -que conforman lo principal del PBI del país- reclamarán su parte en la distribución del impuesto aduanero y los pequeños productores continuarán subsistiendo en el límite de sus escasas utilidades.
Finalmente, queda claro que los anuncios del gobierno sobre que distribuirá las retenciones en obras públicas en las provincias no cambian el manejo discrecional y autoritario de los fondos que recauda por esa vía.
(C. C. G.)