Algo criticable en la puja que mantiene el gobierno con el campo es la inconsistencia técnica que presentó la administración K para justificar que el pasaje de retenciones fijas a móviles era una cuestión de distribución de la renta cuando cada día que pasa queda más claro que ante nada es una cuestión de seguir sumando caja.
Los últimos retoques realizados en nada cambian el escenario para el campo.
La voracidad fiscal es tremenda, independientemente de los argumentos que se esgrimen desde el gobierno.
Teniendo en cuenta que la soja genera anualmente un valor de producción del orden de los 24.000 millones de dólares y que los gastos para llegar a esa producción totalizan unos 9.500 millones, se deduce que la renta bruta de la cosecha representa 15.000 millones de dólares. Con retenciones actuales en torno del 40%, el Estado se queda con 9.700 millones de dólares, el productor con 3.000 millones y la industria, con 2.300. Es decir que 2/3 de la renta bruta del sistema quedan en manos del Estado nacional, algo realmente insostenible en cualquier sistema productivo.
En este sentido, un reciente informe elaborado por M&S Consultores -del economista Carlos Melconian- señala que los productores tienen en cuenta dos cosas a la hora de analizar sentarse con el gobierno para negociar: el ingreso que reciben por la venta de su soja y el margen que les queda después de deducir los costos de producción y pagar las retenciones.
LAS NUEVAS ALÍCUOTAS
El informe hace una reseña histórica remarcando que el ex presidente Kirchner subió las retenciones del 27 al 35% en noviembre del 2007, cuando la cotización internacional de la oleaginosa se ubicaba en 440 dólares por tonelada. En ese momento el precio que recibía el productor no cayó, pese a la suba de costos internos, porque los valores externos seguían hacia arriba.
Con la aplicación de las retenciones móviles, el piso del tributo pasó del 35 al 44%, con un precio internacional en torno de los 530 dólares por tonelada. En ese momento el ingreso del productor se vio
seriamente resentido. El primer planteo que hacen los hombres del campo en este sentido es que, si el precio internacional volviera a los 440 dólares, las retenciones no bajarían al 35% previo a las últimas modificaciones sino que se ubicarían en el 40% conforme a la tabla que presentan las retenciones móviles.
Con este escenario -destaca M&S Consultores- la nueva tabla de retenciones móviles oculta una suba en la escala de retenciones promedio para un mismo nivel de precios internacionales.
LAS DIFERENCIAS
La otra clave que está en juego para el campo es el tironeo que existe por el reparto del margen de la actividad. Con el 35% de retenciones y los niveles actuales de precios para la soja el Estado se quedaría con 8.500 millones de dólares, los productores con 4.000 millones y la industria, con 2.500. Con las retenciones móviles y el mismo nivel de precios la ecuación cambia: 9.700 millones van al Estado, 3.000 millones a los productores y 2.300 a la industria aceitera.
Las diferencias entre las retenciones fijas y las móviles están dadas en 1.200 millones de dólares para la caja del Estado. Para los productores sojeros esta diferencia representa el 33% de sus ingresos reales.
(Redacción Central/Informe de M&S)