Los participantes en la cumbre no se pusieron de acuerdo esta semana en una cuestión clave: en qué medida el afán por usar biocombustibles favorables al ambiente contribuye al aumento de los precios de los combustibles que están causando hambre e inestabilidad en gran parte del planeta.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en cuyo país se ha usado la caña de azúcar para producir etanol que impulsa automóviles y camiones, consideró "temible ver intentos de establecer una relación de causa a efecto entre los combustibles y el aumento en los precios de los alimentos. Me ofende ver que se alcen dedos acusadores contra la energía limpia de los biocombustibles, dedos manchados de petróleo y carbón", agregó.
La mayoría de las naciones y organizaciones internacionales reunidas en la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de la ONU cita múltiples causas, incluyendo los crecientes costos de los combustibles, la mayor demanda de carne y productos lácteos en algunos países en desarrollo de crecimiento vigoroso, las restricciones comerciales, la especulación y la mayor demanda de biocombustibles. Pero la proporción en que contribuye cada factor se debatió en la cumbre. "Los biocombustibles no se producen por diversión, aunque deberían ser considerados a la luz de la producción de alimentos -dijo John Holmes, jefe de recursos humanitarios de la ONU-. Hay acuerdo en que la comunidad internacional debe hablar al respecto. Los combustibles no están quitando alimentos de la boca de la gente, aunque debemos asegurarnos que se logre un equilibrio", agregó.