El potencial de la región para el desarrollo de criaderos de truchas es llamativo. Pero más llamativa aún es la falta de incentivos para que el sector privado esté, con firmeza, presente en la actividad.
Y cuando se habla de incentivos no es a dinero o a créditos a lo que se refieren los empresarios que los reclaman: la demanda se centra en políticas claras y de gestión que permitan encontrar un norte definido para el desarrollo del sector.
La cuenca del río Limay dispone de una capacidad de carga cercana a las 30.000 toneladas de biomasa de truchas al año; éste es el volumen con que se puede trabajar sin modificar el ecosistema de la zona. Hoy en toda la cuenca la producción no llega a las 1.800 toneladas, lo que equivale a decir que la región cuenta con una infraestructura natural que está subutilizada en más del 90%.
Las 1.800 toneladas mencionadas son producidas por una docena de pymes concentradas, casi en su totalidad, en el lago Alicura.
La puesta en marcha de un proyecto integrado que contemple una oferta anual de 30.000 toneladas involucraría a unas 200 pymes regionales, lo que representaría empleos directos para algo más de 1.200 personas e indirectos para más de 700 y un ingreso de divisas para la región del orden de los 100 millones de dólares. Los datos no son menores, teniendo en cuenta las tendencias del mercado internacional y la prioridad que le dan los países productores a esta actividad.
"Hace sólo diez años el salmón era un producto que, por su precio final, llegaba a segmentos sociales de alto poder adquisitivo, algo similar a lo que pasa con el caviar. Hoy el salmón llega a la mayor parte de los platos europeos y norteamericanos. Es una fuente de proteínas alternativa para el consumidor que está más cerca del precio del pollo que aquel del caviar", explicó Eduardo Rottari, titular de la empresa Truchas Alicura SA.
El ejecutivo señaló en este sentido que hay una demanda potencial en el exterior que hoy es muy bien aprovechada por terceros países como Chile.
Pero para salir al mundo se necesita una masa crítica de volumen para ofertar.
En la actualidad, y en función de las escalas productivas existentes en la región, se puede exportar el producto en fresco a través de cajas, en aviones. Pero este esquema tiene costos muy elevados y requiere de una logística que funcione sin fallas para que el producto llegue a destino en tiempo y forma.
"Nos es difícil acceder a los mercados externos con los actuales niveles de producción. Si bien Europa y Estados Unidos pagan por la calidad de nuestra oferta, hoy no tenemos una escala ade
cuada para sostener en forma constante los nichos de demanda de algunos de los mercados nombrados", aseguró Marcelo López, presidente de la Asociación de Productores de Salmónidos de la Argentina.
Como ejemplo de ello se puede mencionar que llevar trucha fresca por avión a Estados Unidos en cajas de pequeño volumen tiene un costo promedio de 1,5 dólares por kilo. Transportar la misma trucha congelada en containers por barco -para lo que se necesitan altos volúmenes- tiene un costo de 0,18 dólares por kilo.
MERCADOS
La demanda de alimentos crece en forma significativa en todo el mundo. La necesidad de incorporar proteínas a las dietas mantiene la misma tendencia. La pesca en los mares del globo evidencia síntomas de agotamiento y esto genera presiones sobre los precios que deben ser aprovechadas por los países que cuentan con un ecosistema adaptado para la producción en cautiverio.
La cuenca del Limay reúne todos los requisitos para aumentar en forma exponencial su producción en sólo un par de años.
Con la globalización y la llegada de los containers como mecanismo masivo de transporte acceder a los destinos de consumo ha dejado de ser una limitación en el negocio.
En la actualidad, el mercado hacia el que se dirige la oferta productiva de la región está bien delimitado. De las 1.800 toneladas en promedio de biomasa producidas, comercialmente aptas resultan
alrededor de 1.300. El 50% de este volumen se orienta, en promedio, hacia el mercado interno y el resto, a la exportación. En la actualidad sólo una empresa regional exporta, y lo hace hacia Estados Unidos, mercado al que envía el 100% de su oferta productiva. La firma regional concretó una alianza estratégica con una importante empresa norteamericana para abastecer ese mercado. Sin dudas, esto le permitió exportar truchas a escalas importantes con bajo riesgo de cobro y ventas casi aseguradas.
Como éste, se pueden dar muchos ejemplos más en destinos potencialmente consumidores con falta de oferta para comercializar.
Respecto del mercado interno, las estadísticas privadas dan cuenta de que la comercialización de productos se concentra fundamentalmente en Capital Federal (CF) y el Gran Buenos Aires (GBA). Cadenas de restaurantes de importancia son las que hoy reciben la mayor parte de la oferta comercial y supermercados del cordón norte de CF y GBA complementan el esquema de ventas regional.
CALIDAD Y SANIDAD
Si bien económicamente trabajar a gran escala acarrea efectos positivos directos sobre los costos y las posibilidades de colocación en los mercados externos, los problemas sanitarios aparecen como la contracara de esos beneficios.
Chile -para muchos el ejemplo de desarrollo de la salmonicultura- enfrenta hoy serios problemas de contaminación en sus costas a raíz del desarrollo intensivo de la actividad en los últimos años. Potencialmente, las truchas están expuestas a enfermedades que pueden generar daños muy importantes en el circuito productivo. Hace sólo un par de semanas se identificó una nueva enfermedad en la población de salmónidos de la zona de Puerto Montt y muchas de las empresas que allí trabajan deberán mudarse más al sur, con la complejidad que ello conlleva.
"Nosotros no tenemos casi ninguna enfermedad pero porque somos pocos los actores en el sistema regional y con un muy bajo volumen de producción; nuestra oferta es casi artesanal. Y eso no deja de ser positivo dentro de este escenario", resaltó López.
Según comentó el empresario, a partir de setiembre la producción regional figurará en los boletines de la FAO como libre de enfermedades. "Nuestra dieta no está medicada ni tiene antibióticos, y eso se valora hoy en los mercados del mundo", confió López sobre el final de la conversación.
En definitiva, está todo disponible para poder crecer. Sólo falta una real interacción entre los sectores privado y público... casi nada.
Es mucho el potencial en la cuenca del Limay. La actividad podría facturar unos 100 millones de dólares.
JAVIER LOJO
jlojo@rionegro.com.ar