" El conflicto del campo. Una distensión prolongada y sustentable requiere mecanismos que neutralicen la falsa opción entre mercado interno y externo. Regular en exceso los mercados en procura de abaratar los precios de los alimentos para el mercado interno puede producir algunos resultados de corto plazo, pero en el mediano y en el largo tiende a desalentar la producción de bienes que, justamente, debería ser más abundante.
Frente a esta contradicción habría que explorar una nueva combinación de políticas generando mecanismos que aumentaran la competitividad del complejo agroalimentario. Esto podría ser complementado con una ayuda focalizada en los grupos sociales más vulnerables.
Las retenciones móviles son sólo una parte del problema, ya que los mercados de carnes y lácteos experimentaban dificultades antes del 11 de marzo.
¿Cómo lograr aumentos sostenidos de oferta y abundante abastecimiento, más allá de los elevados precios internacionales? Probablemente sea necesario complementar las retenciones fijas -no móviles- con otros instrumentos. Tendría alto impacto, por caso, generar un crédito fiscal de IVA de libre disponibilidad por las contribuciones patronales que pagan las empresas del sector alimentos. De ese modo se estaría bajando en la práctica el IVA de los alimentos pero de un modo menos distorsivo que con una simple reducción de la alícuota.
Así se estaría promoviendo el agregar valor a los insumos agropecuarios y, al mismo tiempo, moderando la presión tributaria sobre los consumidores. Esto debería complementarse con un refuerzo de los planes Familias y Jefes y Jefas de Hogar.
La clave es que ninguna inversión y/o expansión de la oferta de alimentos se frene por temor a posibles regulaciones futuras por parte del gobierno.
Obsérvese cómo en el vecino Brasil convivieron una fuerte expansión agrícola con el aliento a la ganadería y una mejora sostenida de la calidad de la dieta de la población.
En cereales y oleaginosas las cosechas brasileñas evolucionaron a un ritmo semejante al de la Argentina, ya que en los últimos diez años el vecino país duplicó el volumen en granos, hasta los 140 millones de toneladas actuales. En carnes la historia es diferente. A mediados de los '90 cada país exportaba alrededor de 1,3 mil millones de dólares, mientras que en el 2007 las ventas al exterior de Brasil sumaron 11,1 mil millones de dólares, contra 1,8 mil millones de la Argentina. O sea, en poco más de diez años se pasó de una situación de paridad a una relación de 6 a 1 a favor de Brasil cuando se contabilizan las exportaciones de carnes.
¿Sufrieron los consumidores brasileños? Las estadísticas no lo denotan, porque de 68 kilos de carne por habitante consumidos a mediados de los '90 pasaron a 87 en el 2007, con un aumento de la proporción de pollos en el total.
" Riesgo país. Cuando se constata que el riesgo país de la Argentina representa casi el triple del de Brasil, se comprueba que los agentes económicos no están mirando una fotografía sino imaginándose películas con finales distintos. En la fotografía se tiene que los niveles de deuda pública con respecto al PBI no son muy diferentes y que, además, la Argentina paga menos de la mitad de intereses en relación con el PBI (2% con 5,4%).
Está de más subrayar la importancia que tienen los niveles de riesgo país no sólo para el financiamiento del sector público sino también para la inversión privada.
Es difícil imaginar una baja sustancial del riesgo si no se avanza en una solución institucional al tema de la medición de la inflación, al tiempo que se recupera cultura presupuestaria. Este año las partidas de subsidios representarían el 14 % del total del gasto primario nacional neto de transferencias a provincias, con un doble efecto contraproducente: a) se dificulta el control del gasto público y b) las inversiones son menos agresivas por la incertidumbre sobre la facturación, como en el caso de la energía.
" Sendero para la inflación. Si la cuestión del campo y la fiscal pueden implicar un sinceramiento de precios, entonces cabe preguntarse si no será la inflación la variable de ajuste. Para que eso no ocurra, tiene que percibirse que se trata de ajustes por única vez. En este sentido, las políticas de ingresos ayudan, pero la principal responsabilidad para coordinar las expectativas de los agentes económicos pasa por las políticas monetaria y fiscal.
JORGE VASCONCELOS
jvasconcelos@ieral.org