El escenario actual castiga doblemente al negocio lechero: por un lado, disminuye la rentabilidad que tendría bajo un escenario de libre mercado y por otro, incrementa sensiblemente el riesgo de invertir en una actividad que requiere de varios años para devolver la inversión.
Un escenario plenamente liberado mejoraría los márgenes y la rentabilidad del productor de leche. Pero nótese que esto también sucedería en el negocio de los granos. Esto último implica que aún bajo el escenario anterior, muy probablemente la rentabilidad relativa siga favoreciendo a la producción agrícola y que quien hoy tiene la posibilidad de aplicar su tierra a esta segunda actividad y así lo hace probablemente siga haciéndolo bajo un esquema de libre mercado.
De todos modos, el esquema de libre mercado tendría la ventaja de que la actividad lechera sería más rentable (en términos absolutos) de lo que es en la actualidad y, por lo tanto, habría mayores incentivos para aquellos que quisieran seguir en la actividad. Por otro lado, el hecho de que se trabajara bajo reglas de libre mercado reduciría significativamente el nivel de riesgo que tiene hoy el desarrollo de esta actividad. La suba que se produciría en el precio de la leche y en los de sus productos derivados sería en parte transitoria, hasta que la oferta reaccionara lo suficiente como para abastecer tanto a un mercado interno como a uno externo en expansión.
En la transición la política pública debería instrumentar mecanismos de mercado menos nocivos que los utilizados, para garantizar el abastecimiento de estos productos muy sensibles a los hogares de menores recursos de la sociedad. La compra por parte del Estado de estos productos a precios de mercado y su posterior distribución sin cargo a personas carecientes podría ser un mecanismo interesante.
El bajo nivel de rentabilidad y un contexto de alta incertidumbre fruto de las continuas intervenciones en los mercados agropecuarios son sin lugar a dudas factores que han incidido en el cierre de muchos tambos pequeños.
Si bien es cierto que existe una tendencia a la concentración de la producción en establecimientos lecheros de mayor escala, también lo es que muchos pequeños tambos que podrían convertirse en pequeñas usinas lácteas elaborando productos diferenciados de alta calidad y mucho valor agregado se han visto desalentados en los últimos años, fruto de que sus productos parecen ser muy abundantes y poco valorados en los mercados, situación que no refleja la realidad sino que es consecuencia de una política pública que con el loable objetivo de disminuir el costo de acceso de estos productos a ciertos segmentos de la sociedad ha utilizado los instrumentos incorrectos, aquéllos que bajan el precio de los productos lácteos pero en forma indiscriminada, afectando los incentivos a producir y beneficiando a los consumidores de altos ingresos.
(J. M. G./N. O.)