A lo largo de los años la actividad volcánica ha causado grandes desastres en la producción agrícolo-ganadera, aun en zonas ubicadas a grandes distancias de los volcanes en erupción.
Sólo por citar algunos casos, en 1912, la erupción del volcán Kodiak (Alaska) causó la muerte de miles de ovinos a pastaje por la ingesta de gran cantidad de ceniza. En 1947 y 1970, a raíz de la actividad del volcán Hekla (Islandia) murieron miles de ovejas intoxicadas por la alta concentración de flúor -mayor a 250 partes por millón-, constituyente tóxico de sus cenizas.
La provincia de Santa Cruz se vio afectada por la erupción del volcán Hudson, ubicado también en territorio chileno, que provocó un desastre agropecuario. La erupción más grave fue en agosto de 1991, cuando la lluvia de ceniza causó grandes trastornos para la agricultura y la ganadería. Durante varios días del volcán manaron cenizas, fumarolas y un fuerte olor a azufre. La nube contaminante alcanzó en aquella oportunidad los 12.000 metros de altura y llegó hasta el Atlántico.