La eliminación de las retenciones, de las prohibiciones para exportar y de los controles de precios es un paso importantísimo para evitar la discriminación contra el campo. Pero estas medidas no agotan las acciones estatales que pueden menoscabar artificialmente la rentabilidad futura del sector.
La década del '90 fue un claro ejemplo de cómo el gasto público desbocado financiado con endeudamiento externo produjo una apreciación del tipo de cambio que afectó seriamente la rentabilidad del campo.
Hoy el riesgo de una apreciación artificial del tipo de cambio originada en el endeudamiento externo es bajo, dada la incapacidad del Estado de endeudarse en los mercados internacionales. Pero el riesgo de una apreciación artificial -vía inflación interna- originada en un gasto público y una presión tributaria en continuo crecimiento es una realidad frente a nuestros ojos.
Otro riesgo adicional que puede materializarse es una apreciación artificial originada en un cierre creciente de las importaciones, en procura de compensar a la industria, pero no al campo, por la desprotección originada en aumentos continuos de precios y salarios.