La sidra es prácticamente una bebida ancestral de esta zona del mundo, puesto que tiene su antecedente en la chicha de manzana que fabricaban los mapuches. En un informe oficial de la Comisión Científica que acompañó a los expedicionarios al desierto en 1881, se describe el uso que los indios daban a las manzanas silvestres, presumiblemente introducidas en la región por el jesuita Nicolás Mascardi. "No podemos dejar de mencionar al manzano que, introducido por los jesuitas, se ha hecho silvestre y forma más al sur montes enteros cuyas frutas proporcionan a los indios el material para la chicha". La zona descripta por los científicos Lorentz, Doerig, Niederlein, Schulz y Ebelot se encontraba en el espacio norte de la Patagonia y a pasos de la cordillera de los Andes, territorio que por entonces se conocía como "País de los Manzanos".
En el siglo XIX ese país tenía un rey: el cacique Valentín Sayhueque (1818 aproximadamente-1903), hijo del lonco Chocorí y de una tehuelche. El territorio que dominaba Sayhueque estaba recorrido por el río Limay y, según lo describe un salesiano: "Forma lo que se ha llamado y se llama todavía 'Región de los manzanares' hasta el lago Nahuel Huapi, por la abundancia de los bosques de manzanos silvestres, en medio de los cuales habitaban en pintorescos valles los belicosos indios que obedecían en los últimos tiempos de la conquista del desierto (1880) al gran cacique D. Valentín Say Hueque" (sic).
En "Viaje a la Patagonia Austral", de Francisco P. Moreno (Ed. El Elefante Blanco), encontramos formidables descripciones de su "viaje a las manzanas" y de las costumbres que la tribu de Sayhueque tenía. Afirma Moreno que los mapuches bebían aguardiente y chicha de manzana. La chicha era una bebida alcohólica que en el norte argentino se obtenía de la fermentación del maíz y en el sur con la fermentación de manzanas. Un antecedente local de la sidra.
La sidra, tal como la conocemos en la zona, comenzó a hacerse en el Alto Valle como salida a la gran cantidad de fruta de descarte que se desperdiciaba. De modo que nació casi paralelamente con la producción de manzanas. A lo largo del siglo XX, fueron muchas las bodegas que fabricaron sidra y muchas las sidreras que se sumaron a la industria, varias de la cuales eran cooperativas.
Pese a los volúmenes de manzanas crecientes y a los volúmenes de descarte importantes, muy pocas sidreras quedaron en pie en consonancia con la desindustralización que afectó al país.
Una de las que continuó y que sigue en manos de su impulsor es sidra Del Valle, que ya tiene una trayectoria de 50 años en el mercado nacional e internacional. Cuenta Luis Saccani que su sidra se vende no sólo en el mercado interno (70% del total) sino también en países limítrofes. Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay se llevan el 30% de la producción. "Fijate que llamativo -afirma-, empezamos a exportar en función de la demanda que había en las zonas de frontera. En un momento la sidra empezó a pasar de un lado de la frontera a otro y empezaron a aparecer empresarios bolivianos para comprarnos. Con Paraguay pasó igual. De modo que la venta a estos países se hace vía exportación directa y por medio de empresarios que trabajan independientemente".
"Otra cosa que ayudó, obviamente, fue que todas las cadenas de supermercados del país siempre nos compraron el producto. Desde que nacimos vendimos a cadenas, cadenas de supermercados que ya no están, como el Hogar Obrero, Gigante; pero con los años ingresamos a todas las cadenas sin excepción. Hoy atendemos al 100 % de las cadenas importantes y a los mayoristas".
(SY)