Antonio Orsero es un empresario de muy bajo perfil. Italiano, amante de las bellezas del norte de la península e hincha fanático del Milán, Orsero es el titular de la firma GF Group SPA, con una facturación anual en torno a los 850 millones de euros.Por la relación que existe en ese país entre el fútbol y la política, Orsero camina por la línea de pensamiento del ex premier Silvio Berlusconi. Frunce el ceño cuando se le menciona en una conversación el nombre de Romano Prodi.
Se lo ve una persona sencilla, sumamente agradable y con una visión del negocio frutícola como muy pocos tienen.
Conoce a fondo la región y deja en claro que su proyecto en el Valle pasa por mucho más que la compra de dos empresas regionales: quiere llegar a liderar el mercado de frutas en la Argentina. Un desafío que ya puso en marcha.
-¿Cuál es su idea con la adquisición de dos de las firmas más importantes del Valle?
-Tanto Moño Azul como Liguori son dos empresas que trabajan hace muchos años con nosotros. Las conocemos y somos conscientes de todo su potencial. Cuando digo muchos años, estoy hablando de 40 años. Mi padre, Rafaello, fue uno de los primeros europeos que aterrizaron en la Argentina buscando comprar peras para el Viejo Continente. Y ahí comienza nuestra relación con estas dos empresas.
-¿Por qué decide su compra y no continúa con la relación de tantos años?
-Es una cuestión estratégica. Los mercados cambian y las exigencias de nuestros clientes también. Esto es lo que nos guió a la compra. Tenemos clientes que nos quieren ver más integrados a la producción. Y creo que una forma de complacer a nuestros clientes que son muy fuertes, como es el caso de los supermercados, era integrándonos a la actividad primaria. Esto no deja de ser una fortaleza para nosotros. La integración es clave.
-¿No tiene sus riesgos?
-Todo paso que uno da tiene riesgos. Pero nosotros estamos seguros con estos pasos que dimos. Tal es así que tenemos planificados mayores niveles de inversión para aumentar nuestra propia fuente de suministros.
-¿Dónde serán las próximas inversiones?
-Pensamos acercarnos a los lugares del mundo desde donde tradicionalmente importamos. Allí invertiremos. La idea es continuar con este proceso de integración en otras partes productivas del mundo.
-¿Van a seguir comprando en la Argentina?
-Sólo puedo decirle que cualquier oportunidad será evaluada.
-¿Cuáles son sus planes con Moño Azul y Liguori?
-Tenemos en claro que el Valle es una puerta importante para el mundo. Nuestra intención es hacer crecer mucho más la participación de estas dos empresas en la región. Queremos ser líderes en el comercio regional. Para eso necesitamos tener un posicionamiento mucho mas fuerte.
-¿Cómo piensan crecer para ser líderes?
-Conocemos el potencial de las empresas que compramos. Tenemos, como no muchas firmas, cerca de 1.700 hectáreas plantadas con frutales. A eso le sumaremos producción de terceros, fuertes inversiones en tecnología, la incorporación de mayores tierras a la producción y, sobre todo, miraremos de cerca las exigencias de nuestros clientes. Con esto le quiero decir que vinimos para quedarnos y crecer en el Valle.
-¿Mantendrá el buen posicionamiento de las marcas Moño y Salud en el mercado interno y Brasil?
-Por supuesto que lo vamos a mantener. Todo mercado es necesario. El desarrollo del mercado argentino y brasileño en estos últimos años ha sido muy positivo. La marca la vamos a potenciar y no sólo en el Mercosur sino en todo el mundo. Repito: la visión es estar presentes en todos los mercados de destino más importantes, buscando liderar un nuevo posicionamiento en los mismos.
-¿Qué porcentaje de acciones de Moño Azul y de Liguori adquirió?
-El paquete mayoritario, eso significa el control de las empresas. No le puedo decir más.
-¿El monto de la operación?
-No le puedo contestar. Lo pueden contestar los vendedores, si quieren; yo lo debo mantener en reserva.
-¿Cuál es su visión del negocio frutícola?
-Ésta es una pregunta de muchos millones de euros. Lo primero que me surge es decir que la fruticultura es un negocio imprevisible y muchas veces pasa lo que uno no espera. En general, veo una perspectiva bastante positiva. Venimos de dos temporadas buenas y ésta, que ya está andando, también se presenta como positiva.
-Se lo ve optimista...
-No, no... cuidado. Las cogniciones del mercado pueden cambiar por factores ajenos a la industria misma o por el comporta- miento de los consumidores que actúan de una manera imprevisible. Nunca terminamos de tener el feeling justo del movimiento del consumidor y siempre corregimos "retrasados" en este tema. Y esto significa pérdida de dinero, tiempo y esfuerzo.
-¿Ve el euro como un problema?
-El euro va creciendo con fuerza y es algo positivo para aquí (Argentina), porque éste es un mercado que se maneja en dólares.
-¿No puede llegar a afectar el consumo en Europa?
-No creo. Tampoco que afecte a la economía, porque Europa es un continente que no exporta mucho; consume mucho de lo que produce e importa. El problema de la economía y la competitividad de algunas empresas europeas se da, pero no es el caso de la industria frutícola.
-¿Cuál es el principal temor que ve en el mercado frutícola?
-Los desequilibrios en los volúmenes. El problema de la fruta en fresco es saber ordenar la oferta y demanda. Cuando sobra producción, tenemos problemas. Hoy estamos en una situación distinta: falta fruta. No veo problemas de sobreoferta en el corto plazo.
La conversación con Orsero continuó girando sobre los mercados por un tiempo más. Destacó en varias oportunidades lo difícil que es trabajar en este rubro. La falta de previsibilidad, los riesgos en los que uno se sumerge y lo complejo del comportamiento de los mercados son las barreras que sólo son sobrepasadas con la pasión que se pone para este tipo de trabajo.
JAVIER LOJO
jlojo@rionegro.com.ar