En la historia del Alto Valle la pequeña y mediana empresa frutícola está marcada por la impronta familiar. Es interesante observar a varias generaciones compartiendo una misma actividad, como sucede con la firma Martínez Hnos. de Cipolletti, la cual ya está incorporando a la tercera generación en la actividad.
Son como una pequeña comunidad donde cada cual tiene su rol y se tiene en claro el sitio que cada uno ocupa. Los abuelos son escuchados, los padres actúan y los nietos aprenden.
Los mueve una dinámica peculiar donde lo afectivo se enlaza con el ineludible "deber ser". Puede sentirse la empatía entre abuela y nieta, entre tío y sobrino, entre padre e hija. Pero, además, se trata de una familia extendida. En las prácticas y en la cultura de este grupo de productores empresarios están las huellas de esas relaciones que fueron bien visibles hace 40 ó 50 años en el Valle, en donde la familia se fundía con personas que trabajaban junto a ellas en equipo. De hecho allí todos hacían un aprendizaje que se transformaba en fidelidad o en el germen de un nuevo emprendimiento con similares características.
Para empresas familiares como la que nos ocupa, no hay mayor secreto que el trabajo intenso y afectivo. En medio de las jornadas agobiantes hay un resquicio para mantener una llama encendida. El juego, la distracción, las cartas, el fútbol, la faena, las comilonas, las migas españolas compartidas los días de lluvia sirven para cuidar los lazos. "Los domingos jugaban al fútbol, tenían su cancha acá cerca", cuenta Emilia (esposa de Amador Martínez), que en mucho ha ayudado a este ambiente amigable y cordial en la chacra. Ella destaca que los hermanos Martínez siempre se llevaron muy bien entre ellos, que son una familia unida, un factor fundamental para emprendimientos de este tipo.
"Todos los domingos se reúne la familia de los hermanos y primos que vivimos en la chacra y el 25 de diciembre es la fiesta grande, donde sumamos 50", relata su nieta de Amador, Valeria Navarro. "Actualmente celebramos una vez por mes los cumpleaños de quienes trabajan en la empresa. Hay personas que hace 40 años trabajan con nosotros; somos como una gran familia...", agrega "Yiyi", hija de Amador y colaboradora de su padre.
Dionisio Martínez tuvo dos hijas: Norma es profesora de Geografía y se integró al núcleo de decisores de la familia y Rosi es profesora de Matemáticas y madre de tres hijos. Amador es el padre de "Yiyi" y "Lito", ambos trabajan en la firma familiar. "Yiyi" tiene dos hijas que ya se han sumado a la empresa: Valeria trabaja en el sector empaque y estudia para ser cocinera profesional y su hermana Mariela trabaja como administrativa en la firma y pronto será ingeniera agrónoma. Ginés tuvo dos hijas, "Niní" y "Lita". "Para ellos el trabajo es sinónimo de felicidad", define Lito a la generación de sus padres. Y eso es lo que transmitieron a sus hijos, que hoy los continúan. (SY)