Villa Regina -afirma Otto Toncovich- fue la última colonización de la Argentina, la última colonización agraria de la Argentina. "Allí vivimos un crisol de razas y no, como se dice, que eran todos italianos; también había españoles, alemanes y paisanos nuestros. A esta zona del Valle vinieron muchos croatas de la zona de Istria (la mayor península del mar Adriático), cuando esta zona después del armisticio fue otorgada a Italia. Mussolini italianizaba a los croatas de Istria y así fue que muchos de este lugar llegaron a la Colonia Regina".
Aclara Otto que quienes eran de la zona de su padre no simpatizaban mucho con las personas de esta otra región, por eso no tuvieron grandes vínculos. "En casa hubo peones paisanos de distintos lugares que mi padre y ni se hablaban. Recuerdo a uno de ellos, Uncovich, que era musulmán; tenían diferencias de idioma, de cultura y de religión".
La costa del mar Adriático -cuenta Otto- era el camino europeo hacia Grecia y hacia el Asia Menor. Por tal motivo este territorio sufrió muchos ataques extranjeros a lo largo de su historia. "Mi madre contaba que en la zona de ellos había fortalezas del tiempo en que los yugoslavos peleaban contra los turcos. Los turcos habían llegado hasta el Danubio y estuvieron muchísimos años resistiendo su avance".
Otto cuenta que cuando llegaron a la Colonia Regina, que apenas era un montón de canales, salitre y muchísimo viento, vivieron en Huergo, donde había más españoles dedicados al cultivo de alfalfa. Luego de un año, tres familias juntas se mudaron a la primera chacra de la Colonia (hoy de Nardini). "Algunas familias que papá había conocido en Salta, lo siguieron. Uno era paisano suyo y padrino de mi hermano, Mateo Blasich. También vino un cuñado soltero de papá. Este tío, hermano de mamá, había estado en la matanza de obreros de Santa Cruz, unos años antes. A él lo salvó un estanciero dálmata, si no hubiese sido fusilado como los otros obreros".
Una experiencia inolvidable para Toncovich fue la escuela: "En casa hablábamos yugoslavo, por lo tanto empezamos la escuela sin saber castellano". Otto recuerda al director Pérez, quien les hacía hablar yugoslavo a él, a hermanos y primos porque le gustaba escuchar el idioma. "Pérez y otros maestros eran muy amigos de mi casa, siempre venían de visita. Mi padre era un hombre interesante, había andado por el mundo y siempre tenía cosas interesantes para contar".
Los hermanos Toncovich terminaron la primaria y repetían el último año porque no había secundaria. Otto quiso seguir estudiando y se recibió de tenedor de Libros en una academia, conocimiento que le fue útil para administrar sus propiedades. "Mamá siempre participó de las decisiones familiares -agrega-. Ella manejaba el dinero, era una mujer inteligentísima... Los paisanos decían que mi madre era la croata más inteligente de la Argentina. En su pueblo la recuerdan aún; claro, vivió allí hasta los 30 años... Ella se adaptó bien a la Argentina, la vida en Yugoslavia era dura... Nunca volvieron".
Su infancia y juventud en Regina tuvo escasa diversión, pero pese al duro trabajo en la chacra siempre tenía su espacio para la recreación. Recuerda que leían en su casa los periódicos "El Tribuno", "La Cordillera", "El Río Negro" y "Crítica". "Crítica" lo hizo interesar en política. Lo compraba en la época de la Guerra Civil española... eran republicanos. "Fútbol y carrera de bicicletas fueron dos de las actividades que me hicieron salir de tanto en tanto de la chacra". (SY)