Detrás de los pasos del sacerdote católico holandés Menno Simons, fundador de la secta en 1539, los menonitas suman hoy más de 350.000 distribuidos entre Europa y América.
Llegaron a la Argentina en 1985, procedentes de México y Bolivia. Se instalaron en cercanías de Guatraché y en los últimos tres años comenzaron con una nueva colonia en Santiago del Estero.
Son temerosos de los avances de los últimos tiempos y por eso eligen vivir como hace cien años. Para ellos no existe la luz eléctrica, la radio y mucho menos la televisión. Están prohibidos los cigarrillos, el alcohol y la música.
No es mucho lo que los actuales menonitas saben sobre su origen. La fe es el fundamento de sus vidas.
Son bautizados después de cumplir los 18 y celebran la eucaristía dos veces al año. Las faltas leves se perdonan con arrepentimiento y confesándolas delante de toda la comunidad. Los pecados graves -muerte, robo, adulterio- generan la expulsión y la descalificación total.
La construcción usada como iglesia es un claro ejemplo de austeridad y simpleza. Es un amplio salón pintado de gris, sin ornamentación y ocupado por largos bancos de madera sin respaldo.
En el frente sobresale una especie de púlpito donde se lee y se explica la Biblia. De frente a la comunidad se sientan de un lado los predicadores y del otro el coro, formado sólo por hombres.
Las familias completas participan de la ceremonia, que consideran una fiesta y para la cual usan sus mejores ropas.