Los Manciavillano, de sonante ascendencia italiana, al igual que otros coterráneos españoles, rusos, croatas, polacos y alemanes llegaron a esta región en un época en que la inmigración era fomentada desde el gobierno nacional.La gran mayoría de ellos se dedicó a la agricultura, aunque con el correr del tiempo se especializaron en diferentes oficios y resulta reconocida la capacidad de los "gringos" en la construcción de casas y grandes estructuras.
De esa manera la actual Colonia Juliá y Echarren comenzó a tomar forma. Primero con cultivos de alfalfa, luego los viñedos y más tarde las manzanas, peras y frutas de carozo.
Se pudo lograr una significativa producción que fue fortaleciendo la economía zonal y así mejorar sustancialmente la calidad de vida de sus habitantes.
Estos pioneros no escatimaron esfuerzo y le pusieron literalmente "el hombro" al crecimiento de esta parte de la Patagonia, puesto que con palas y azadas implantaron el valle del Colorado.
Y con esas mismas herramientas fijaron caminos, acequias y enormes volúmenes de tierras para conformar la infraestructura de este centro productivo.
En la actualidad muchos de sus descendientes, con la anuencia de sus padres, están buscando abrirse camino en otras actividades ajenas, porque expresan que no quieren pasar por las variables de la producción que sufrió la familia.
Sin embargo otros mantienen el sendero que construyeron sus padres y, a pesar de las dificultades que se presentan, siguen apostando a la fruticultura, seguramente con el espíritu que le transmitieron sus mayores.