SAN MARTÍN DE LOS ANDES (ASM).- Hace más de 30 años que transita los campos neuquinos. Fue testigo de la progresiva debacle de la producción de lanares y de la transformación hacia una provincia bovina, aún incipiente comparada con su potencial. Asistió y acaso protagonizó el proceso de consolidación de las prácticas de sanidad, desde aquellos días en los que todavía se dudaba en llamar al veterinario y se confundía su apellido con el organismo para el que trabajaba: "¿El doctor Selsa (antigua división del Senasa)? No, soy Novak, el vasco". ¿El vasco, con ese apellido? En fin... en el campo siempre se aprende algo.Francisco Estanislao Novak proviene de una familia de origen croata que supo administrar uno de los más modernos tambos cuando Bariloche apenas orillaba los 10.000 habitantes, y de allí la "confusión" que terminaría marcando a los Novak como "los vascos" (ver recuadro).
Hoy, este médico veterinario, hombre de mirada franca, hablar con trazas de tranquera abierta y mate a disposición, es el supervisor de la Zona 21, provincia del Neuquén, de la Dirección Nacional de Sanidad Animal del Senasa, cuyas oficinas están en San Martín de los Andes.
Casado, con tres hijos y orgullosamente abuelo, a sus 59 años desgrana los recuerdos de la llegada a este rincón cordillerano, en los años en que la oscuridad política de la Argentina tenía su más firme velo...
LOS COMIENZOS
"Me fui a estudiar con el país de Onganía y me recibí con el país de la Triple A, en abril del 75. En mayo del 76 empecé a trabajar en el antiguo Selsa de San Martín de los Andes; básicamente una policía sanitaria. La actividad de entonces, en los años 70, se desarrollaba en un escenario en donde había unos 700.000 lanares, unos 150.000 bovinos para toda las categorías... lo que pisa, como dice el gaucho, y unos 850.000 caprinos. De modo que la actividad primordial era la lanera. Tenía una fuerte impronta tanto en los establecimientos organizados como entre los pequeños productores o crianceros, permisionarios fiscales, miembros de comunidades aborígenes... Eran, en gran medida, economías de subsistencia".
"Hoy -continúa Novak- se puede hablar de una involución del lanar. En la actualidad no sé si llegamos a 200.000 cabezas en la provincia, que están en manos de pequeños productores. Prácticamente no quedan establecimientos organizados de corte empresarial que se dediquen al lanar".
A la hora de apuntar razones históricas, Novak bucea en la coexistencia de algunos fenómenos de la actividad económica y las condiciones de mercado, la comercialización y depreciación de la lana, combinadas con otras no siempre tan apuntadas en los registros: la falta de gente para trabajar en el campo.
"Hay un concepto instalado que dice que se necesita mucha más gente para las ovejas que para las vacas... Por allí, algunos persistieron con los lanares y otros claudicaron antes. Pero el caso es que se fue generando un desplazamiento de los lanares que no se tradujo en una potenciación del bovino, y esto es lo interesante. Es decir: uno estima que hay unos 600.000 lanares menos que en los años 70. Si se acepta la relación universal de una vaca por diez ovejas, o una vaca por quince ovejas, para hacer un promedio en función de las características de la geografía regional, podríamos inferir que con el achicamiento del stock ovino deberíamos tener unos 40.000 bovinos más, pero no es así. Entonces, tal vez los campos que disminuyeron sus lanares no tenían potencialidad en su suelo para sostener esa relación teórica. Pero aun así, con menos vacunos, por allí salvaban la ecuación de lo poco que por entonces les daba la lana, que se venía depreciando todos los años".
EL TRABAJO
Como fuere, en aquellos primeros momentos dominaba la impronta ovina en el trabajo cotidiano de Novak. "Cuando ingresé al servicio, la tarea estaba centrada en la lucha, control y erradicación de la sarna ovina... Era el caballito de batalla y la actividad esencial, más allá de las cuaren
tenas, los tránsitos, las barreras sanitarias... Había toda una tarea documental y registral que sigue existiendo, pero el cambio se dio acompañando la transformación de la impronta lanar a la bovina. Ese cambio fue progresivo en la provincia".
El veterinario rememora que el bovino se fue incorporando a los rodeos "con las particularidades de lo que significa producir en el Neuquén, por su geografía, la rigurosidad del clima... El potencial bovino está en relación con las características de pasturas, orografía, hidrografía de los campos de cordillera y precordillera".
"¿Que cómo se recibía al veterinario en el campo en aquellos años, me pregunta? Una vez, un poblador del paraje Puente Blanco pasó por mi casa de San Martín porque el hombre tenía algunos problemas con los caprinos. Lo atendió mi señora y el gaucho le dijo: '¿Está el doctor Selsa?', que era lo que decían las camionetas".
A mediados de los 70 sólo había un puñado de veterinarios en la zona de San Martín. "Estaba el doctor Comín, con el que habíamos sido compañeros de la facultad. Él se dedicaba a la actividad privada y al municipio. Después estaba el doctor Vilas, que había venido por Gendarmería, otro médico veterinario que trabajaba con los animales del Ejército, y yo, en el entonces Selsa".
Quizá por eso, como lo prueba la anécdota, los pobladores, incluso los establecimientos ya con algún grado de organización, no estaban habi
tuados a trabajar con un veterinario de cabecera. Con el tiempo, "se fueron convenciendo de que el apoyo técnico de un profesional veterinario era una cosa importante para las cuestiones sanitarias y productivas. En eso se trabajó también muy bien con la gente del INTA"
TIEMPOS NUEVOS
Novak reflexiona sobre la naturaleza de aquellos cambios en la relación entre el profesional y el productor. "Por entonces, cada cual tenía un librito. Pero hoy todo el mundo tiene acceso a todo, si se interesa por informarse y estar actualizado. Entonces, ya se sabe que fulano está trabajando con tal genética, que mengano trajo tal cosa de esta o aquella cabaña. Esto lleva necesariamente a una evolución de la genética. Se ve incluso una mejora en los rodeos de los pequeños productores. Además, esto se combina con el apoyo del plan ganadero de la provincia, con el apoyo de diversas instituciones y, en general, todo eso se nota en el producto".
La sanidad también ha mejorado de manera notoria, dice el funcionario del Senasa. "Los conocimientos y las prácticas se han universalizado. Se trabaja integradamente y esto rinde sus frutos. Los establecimientos han incorporado definitivamente a un profesional veterinario. El Senasa hace lo suyo, el INTA hace lo suyo, la provincia hace lo suyo y los remedios, las drogas, han mejorado y evolucionado permanentemente desde aquellos años. Eso permitió un salto espectacular en materia de sanidad de los rodeos. Hoy, la sanidad es óptima y sería descabellado pensar que un productor agropecuario que se precie no haga la revisación de toros, no haga tacto en las vaquillonas, no haga las vacunaciones, los pastajes...".
La consecuencia de ese proceso es que "ya se pasó del folclore de tener vacas porque es lindo ver las vaquitas en el campo". Ahora se sabe que, haciendo las cosas bien, de esas 100 vacas pueden salir 94 terneros y no 60 como ocurría en la década del 70. Ésa es una gran diferencia".
FERNANDO BRAVO
rionegro@smandes.com.ar